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Azores, las islas perdidas en el Océano Atlántico

Las islas perdidas en el océano Atlántico

 

Te llevamos a un archipiélago de nueve islas portuguesas secularmente sometidas a las fuerzas de la naturaleza: volcanes, terremotos, la bravura del Atlántico, fuertes vientos que mueven las nubes a su antojo y te harán vivir varias estaciones en un solo día… Este es el Big Bang que ha gestado semejantes paraísos naturales.

 

Los vuelos low cost las han hecho más accesibles al turismo. Pero vayamos con cuidado con esta arma de doble filo. ¡Seamos respetuosos y ayudemos a cuidar su autenticidad!


 

Santa María: la Isla del Sol

 

Se ha ganado el apodo por su clima más cálido y unos paisajes con tonos amarillentos. Te damos algunas ideas de qué hacer:

 

Deleitarte con su mosaico cromático: el azul turquesa de sus aguas, el dorado de sus playas, el ocre oscuro de la tierra, el verde de los campos, el blanco de sus casas, las combinaciones rojizas y anaranjadas de sus barreiros... Como el Barreiro da Faneca, llamado “desierto rojo”.

 

Conocer su arquitectura: casas tradicionales encaladas con chimeneas cilíndricas, iglesias pintorescas como la de Nuestra Señora de la Purificación (en Santo Espíritu)...

 

Dar un paseo por la bahía de San Lourenzo junto a sus viñas, que trepan por el terreno como si de escalones de un inmenso anfiteatro se tratara.  

 

Llegar en barco hasta el islote de Romeiro y su gruta.

 

Examinar fósiles de organismos marinos en Pedreira do Campo.


 

São Miguel, la hermana mayor

 

Es la isla más extensa pero ya sea en charrete, en tren turístico por Ponta Delgada (la capital), en coche de alquiler… o haciendo autostop (boleia) te las apañarás para dar con algunas de sus perlas:

 

Ve en busca de las emblemáticas lagunas de Sete Cidades y de Fogo.

 

Te quedará claro el poderío que tiene su naturaleza cada vez que veas emerger un géiser.

 

Conocerás poblaciones como Ponta Delgada y Ribeira Grande, con molinos, casas solariegas y una arquitectura tradicional con detalles en basalto, barandillas de hierro y azulejos que cobran vida en la Fábrica de Cerámica de Lagoa.

 

Verás los matices del litoral: la costa escarpada y exuberante de Nordeste, el puerto de pesca artesanal de Caloura, la gran piscina abrazada por el islote de Vila (acceso en barco en junio-septiembre)…

 

Aprenderás acerca de la cultura del té en las fábricas de Gorreana y Porto Formoso.


 

Quinteto de tierra y agua: las islas del grupo central

 

La tercera isla del archipiélago en ser descubierta fue Terceira y está capitaneada por Angra do Heroísmo y sus históricas fortificaciones. Un tour por la costa te familiarizará con Praia da Vitória y los islotes de las Cabras, los molinos harineros de Agualva, el parque forestal de Mata da Serreta...

 

São Jorge es la Isla de las Fajãs: pequeñas planicies costeras que nacieron por un desliz de lava o tierras, ¡hay más de 40! También es conocida por sus colchas de punto alto o mantas de São Jorge. Podrás ver cómo se tejen en Fajã dos Vimes.

 

De Pico encandilan sus vides bien arraigadas en negros campos de lava (lajidos) en un paisaje delimitado por muros de piedra. Aquí se yergue la montaña más alta de Portugal y el tercer volcán más grande del Atlántico: Pico (2.351 metros), con un cono de lava llamado Piquinho que va soltando fumarolas.

 

Faial se nutre de hortensias (de ahí su apodo: Isla Azul) y el cuerpo de un volcán que recuerda a un paisaje lunar: Capelinhos, que se jubiló o pidió una excedencia con la erupción de 1958. Hazte un selfie junto a sus llamativos molinos o en el jardín botánico del valle de Flamengos.

 

Y Graciosa es la Isla Blanca, por sus rocas y sus topónimos. Verás cómo se cubre con viñedos, arquitectura tradicional y molinos de viento. Algo que no te puede faltar: echar un vistazo a sus islotes y a la caldera de Graciosa, con sus dos cuevas.


 

En lo más remoto

 

Flores se refresca con grandes cascadas (como la de Ribeira Grande) y siete cráteres ocupados por siete lagunas, y debe su nombre al recuerdo de unas flores amarillas que cubrían toda la isla. Si algo te resultará peculiar aquí serán las columnas de basalto de la Rocha dos Bordões.

 

Corvo, la hermana menor de las islas, se expande alrededor de su caldera. Su único poblado, Vila Nova do Corvo, se asienta en una fajã y muestra fachadas de piedra negra con detalles blancos en puertas y ventanas y típicas cerraduras de madera. Y el viento también se enreda en las aspas de sus molinos.


 

Delfines en libertad

 

Una pequeña expedición en barco te llevará a avistar ballenas y delfines, y podrás pegar un salto para nadar libremente junto a ellos. De las islas, tampoco olvidarás sus cielos oscuros salpicados de estrellas y su gran variedad de aves. Las migratorias se dejan ver sobre todo en Corvo y Flores (especialmente en la Lagoa Branca).

 

El agua será tu gran aliada tanto si buscas marcha enfrentándote a las olas haciendo surf como si quieres relajarte en piscinas naturales, playas de fina arena blanca o volcánica y aguas termales (como en Ponta da Ferraria y el Vale das Furnas, en São Miguel).


 

Coronas y sopas de império

 

Los azorianos se aferran mucho a la fe (¡seguro que su ubicación tiene algo que ver!) y esto queda patente en celebraciones como las Fiestas del Espíritu Santo (abril-septiembre). Son comunes en todas las islas pero destacan las de Santa María por sus sopas de império y las de Terceira, con sus 70 impérios: pequeñas construcciones de colores que reciben una corona de plata en sus altares.

 

Otras celebraciones especiales son las Sanjoaninas de Angra do Heroísmo y las Danças de Carnaval de Terceira (la Isla Festiva), las coloridas Cavalhadas de Ribeira Grande de São Miguel (junio), las carreras de botes balleneros de Pico...    

 

Para aguantar tanto ajetreo, en Santa María se alimentan con caldo de nabos servido encima de rebanadas de pan. En São Miguel, con cozido nas caldeiras de Furnas, cocinado con el calor de la tierra dentro de unas ollas que se entierran. En Faial y Pico, con pulpo guisado con vino… No te faltará un vino verdelho y postres como queijadas o coscorões.

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