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Como si de la casa perfecta en la ubicación ideal se tratara, Santander tiene varias características que la convierten en un destino único. Para empezar, no es ni una ciudad grande ni un pueblo, es decir, es una ciudad mediana con todo lo necesario, y muy accesible para manejarse por ella. 

Por si eso fuera poco, tiene mar y montaña; y es que la ciudad está ubicada entre la hermosa bahía y la bucólica península de la Magdalena. De hecho, desde la espectacular bahía de Santander podrás contemplar el mar y, virando muy poco la cabeza, las montañas. 

Para muchos, Santander es la ciudad más elegante del norte de España, junto con San Sebastián. Y es que su ambiente señorial, sus edificios llenos de historia, sus bares y terrazas de aromas frescos y su espectacular bahía, te enamorarán desde el primer momento. 

La bahía más elegante del mundo 

Como hemos dicho anteriormente, uno de los principales atractivos de Santander es su bahía, conocida como una de las más bonitas del mundo. De hecho, se trata del mayor estuario de la costa norte de España y tiene una longitud de más de 9 kilómetros. La bahía se forma de la unión de diversas rías menores (como las de Solía, San Salvador y Cubas) y en sus orillas hay extensos y concurridos arenales (como los de Peligros, La Magdalena o el Puntal).

De hecho, Santander es una ciudad abierta al mar y, para descubrir su lado más marino, no hay nada como pasear por la bonita zona del muelle. Puedes empezar el paseo en los jardines de Pereda, junto a los que encontrarás la imponente Grúa de Piedra, de más de 30 toneladas. Además, el paseo de Pereda está lleno de elegantes locales donde podrá tomar un café o unas cañas para amenizar el paseo. 

Tampoco tiene desperdicio el muelle del Calderón, donde encontrarás la escultura de Los Raqueteros. Esta preciosa obra de arte representa a dos niños saltando al agua. Se hizo para recordar a los chicos que, hace años, se lanzaban al agua para coger las monedas que tiraban los turistas. Sin duda es un sitio ideal para hacer una parada de rigor y tomar algunas fotos divertidas o artísticas del paisaje y el monumento. 

Un paraíso con las mejores playas del país 

Al otro lado de la ciudad, la playa del Sardinero es un hermoso reducto de arena fina y dorada acariciada por las salvajes olas cantábricas. Cuando llega el buen tiempo, la zona se llena de locales de música alegre, veraneantes y amantes del mar.  Pero esta no es la única playa de la ciudad, también encontramos las preciosas playas de Los Peligros, La Magdalena, Bikinis, El Camello, La Concha, Los Molinucos y la hermosa Mataleñas. 

También es recomendable alejarse un poco de la ciudad y visitar la playa de Somocuevas, una de las principales joyas del Cantábrico. A menos de media hora de Santander, esta playa te ofrece una magnífica combinación de colores donde los campos verdes, la arena dorada y el mar azul perfilando el horizonte se funden en una misma escena. Situada entre acantilados, la playa está completamente protegida del viento, con lo que es muy agradable tomar el sol, leer o pasear por la arena. 

De tapeo por un centro histórico lleno de encanto

El casco viejo de Santander es típico de una villa marinera: con un laberinto de calles en torno a su plaza porticada y agradables paseos marítimos como el de Pereda, junto a su puerto deportivo. Y, como no podría ser de otra forma, una manera ideal de culminar un día de turismo rural es, precisamente, yendo de tapas por el centro histórico. 

Te recomendamos especialmente que inicies la ruta por los alrededores de la plaza de Cañadío, donde el ambiente se llena del alegre murmullo de la gente; el tintineo desenfadado de los tenedores en los platos, las copas y jarras repicando entre ellas, risas, conversaciones animadas, música… y es que los bares circundantes a la plaza de Cañadío están, simplemente, llenos de vida. Esta es una de las zonas más populares para tapear, salir de marcha o simplemente tomarse una copa saboreando el ambiente. 

Si dudas entre los platos de los distintos bares y restaurantes, sin duda una buena elección serán las rabas, los caracolillos o los mejillones. La gastronomía de Santander está basada en los productos del mar; los pescados y mariscos del Cantábrico son conocidos por su calidad y frescura y son muchos los restaurantes que ofrecen una amplia variedad de estos productos en su carta. 

No importa lo que te guste, en Santander lo encontrarás: quesos de la tierra, carne de ternera y, por supuesto, las rabas. No puedes irte de la ciudad sin haber probado una deliciosa ración de este plato estrella de su gastronomía.

El casco histórico también acoge distintos hoteles y posadas donde encontrarás cobijo cuando ya no puedas más. Sin embargo, es especialmente recomendable decantarse por alguna de las múltiples ofertas de casas rurales que hay en la zona; confort, encanto, arquitectura típica y un trato familiar, te harán sentir como en casa. 

Alrededores llenos de magia a vista de águila 

A sólo unos kilómetros de Santander se encuentra el Macizo de Peña Cabarga, que se distingue sin problema desde la bahía por estar coronado por la Cámara Oscura (o el “pirulí blanco”, como es conocido popularmente). Se trata de un macizo kárstico cuyo pico más alto cuenta con una altura de más de 500 metros. Es perfectamente asequible para hacer a pie y tiene como recompensa una fantástica vista de la bahía de Santander, la desembocadura de la ría de Solía y los Picos de Europa.

El horizonte abarca la bonita bahía de Santander y su entorno, así como la mayor parte de la geografía de la región. En días despejados se alcanzan a ver las cumbres del Alto Asón e incluso se distinguen con nitidez los impresionantes Picos de Europa.