Magazine Destacados Lucía López, autora de Haciendo mallata: “Cada vez es más grande la brecha entre lo rural y lo urbano”

Lucía López, autora de Haciendo mallata: “Cada vez es más grande la brecha entre lo rural y lo urbano”

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Lucía López Marco
Lucía López Marco, autora de Haciendo mallata

Hubo un tiempo en el que los blogs mandaban en internet, pero el periodo de caducidad en el mundo online es tan breve que parece que de aquello hace siglos. Parece que Tik Tok e Instagram estarán ahí siempre y dentro de años recordaremos las ‘stories’ como métodos de comunicación prehistóricos.

Lucía López Marco fue una de las ‘internautas’ (palabra que ahora también suena arcaica) que se lanzó a abrir su propio espacio de escritura digital con la intención de divulgar sobre el tema que mejor conoce, el mundo rural, pero ella ha conseguido mantener su iniciativa hasta el presente. Ahora, acaba de publicar el libro Haciendo mallata (editorial PRAMES), ilustrado por Pilar Serrano y con prólogo de la conocida escritora María Sánchez. 

Lucía es una experta comunicadora, de hecho tiene un máster en Periodismo y Comunicación Científica por la UNED, con una capacidad para desarrollar cuestiones que podrían resultar densas de manera ligera y entretenida. Por eso, nadie mejor que ella para explicar su trabajo, algo que hace con el entusiasmo de quien sabe que lo ha hecho bien.

Vives en un pequeño pueblo de Jaca. ¿Cómo has llegado a él? ¿Cuál es tu historia vital?

Yo siempre había querido vivir en un pueblo. Además, me gusta mucho la ganadería, por lo que decidí estudiar veterinaria. Cuando estudias esa carrera lo haces normalmente pensando en trabajar con animales, pero hay muchas salidas distintas que yo desconocía, como el desarrollo rural.

Cuando estuve estudiando en Bolivia vi otras formas de organizarse así que cuando volví empecé un máster de Desarrollo Rural y Agroturismo para ir formándome por ese camino. Después trabajé sobre todo en temas de transferencia agraria y transferencia del conocimiento a comunidades rurales. Y hace años me surgió la posibilidad de venirme al pueblo y aquí estoy.

Eres coordinadora de la ONG Justicia Alimentaria. ¿A qué os dedicáis, cuáles son vuestros proyectos?

Justicia Alimentaria es una asociación que trabaja para promover la soberanía alimentaria y un desarrollo rural justo. Tenemos diferentes proyectos en marcha que van desde el apoyo a pequeños productores sostenibles hasta trabajar con la comunidad educativa.

Ahora mismo estamos trabajando mucho con universidades y con asociaciones de madres y padres para concienciarles sobre cómo pueden cambiar su alimentación hacia un modelo más justo para los productores, más sostenible medioambientalmente y más saludable.

¿Qué es una mallata? ¿Qué significa la expresión «haciendo mallata»?

Es un refugio en los puertos de montaña del Pirineo. Ahora ya no se usa tanto, pero antes, cuando en las noches de verano subían al puerto y tenían que pasar la noche a la intemperie, era donde se refugiaban tanto los pastores como el ganado.

Viene del latín, porque en origen era una malla que rodeaba a los animales, pero luego evolucionó y las mallatas que se encuentran ahora son construcciones de piedra. De ahí surgió la expresión en aragonés ‘fer mallata’, que significa pasar la noche en un origen a la intemperie. Y ahora ya, por extensión, es pasar la noche fuera de casa.

El título del libro quisiera ser como ese juego de palabras, de salir un poco de nuestra zona de confort y ‘hacer mallata’ en el medio rural, en la ganadería extensiva. Abrir otros mundos de conocimiento porque muchas veces la gente no se fija tanto en esas realidades.

Libro Haciendo mallata
Libro Haciendo mallata

¿Cómo presentarías tu libro?

Para explicar el contenido del libro hay que remontarse al año 2015, que es cuando abrí el blog. En aquel momento vi que la gente de mi generación desconocía mucho el medio rural y el origen de la producción de alimentos, sobre todo el tema de ganadería. No sabían distinguir ganadería extensiva de ganadería industrial. Como en aquella época se llevaban los blogs, me dio por hacer uno, ahora seguramente hubiese hecho un canal de TikTok.

Lo que se encuentra en el libro son muchos de esos textos que había ido publicando pero adaptados al formato libro, porque en el blog es todo muy inmediato. También me daba un poco de rabia ver que había posts que me había llevado mucho tiempo hacerlos y que se perdían en internet, así que el libro es una forma de inmortalizarlos. Además también hay otras cosas que no había publicado aún y que se pueden encontrar ahí.

Hay un apartado de feminismo en el mundo rural. ¿Cuál dirías que es la situación de la mujer en el mundo rural ahora en España?

Yo creo que quienes están dinamizando el medio rural son las mujeres. A raíz del blog empecé a dar charlas y creé un mapa de iniciativas impulsadas por mujeres en localidades de menos de 20.000 habitantes. Hay unas 500 recopiladas y ahí se ve la variedad de oficios que llevan a cabo las mujeres en zonas rurales, que son quienes están supliendo la falta de servicios públicos. 

Pero sigue haciendo falta mucho trabajo para visibilizar toda la labor que realizan, en especial en el sector agrario. Se han impulsado leyes como la ley de titularidad compartida, etcétera, pero seguimos estando muy lejos de que haya el mismo número de mujeres que de hombres que sean propietarios de las tierras.

Además, se estima que casi un 60% de las mujeres que trabajan en el sector agrario en España lo hacen sin estar dadas de alta en la Seguridad Social. Se ha hecho mucho en los últimos años –o se ha intentado hacer– por visibilizar la importancia de las mujeres, pero creo que a la hora de la verdad estamos todavía muy lejos de ni siquiera poder soñar con la igualdad.

¿Cómo se ven los efectos del cambio climático desde el mundo rural? ¿Se aprecian de forma diferente que desde la ciudad?

Sí que se ve desde un punto de vista diferente, más que nada por las acciones que se llevan a cabo para obtener esos recursos. El gran afectado de, por ejemplo, los macroproyectos de renovables y los macroproyectos de ganadería industrial, es el medio rural. Quien se queda sin agua cuando se pone una granja de cerdos intensiva es la gente del pueblo.

En las ciudades se habla mucho de cambio climático y de reducir el consumo de carne, pero no se entiende que hay distintas formas de producirla. Desde las ciudades se habla mucho también de buscar proyectos de renovables, pero no se ve que afecta a las zonas rurales y desde estas lo que se ve es que las ciudades están consumiendo un montón de energía de recursos fósiles, porque hay muchos coches, y quienes pagan el pato no son ellas. 

Todo está relacionado porque no solo es el punto de vista sobre cambio climático, también está todo el tema de la caza, que se critica mucho desde las ciudades y desde los pueblos, sin embargo, se ve como un recurso: quienes vienen a cazar dejan dinero en el territorio y luego las propias comunidades rurales cazan y se comen esa carne. Están evitando una carne que viene de la ganadería industrial y que genera mucho CO2, etcétera.

A mí me llama mucho la atención escuchar a la gente mayor de los pueblos, porque son los que más conscientes son del cambio climático. Ven cómo afecta a la biodiversidad que les rodea, tanto cultivada como silvestre. Tenemos un problema como sociedad que es que cada vez es más grande la brecha entre lo rural y lo urbano. No tiene mucha lógica porque estamos en un mundo en el que estamos súper conectados y cuando más conectados estamos es cuando menos nos enteramos de qué pasa al otro lado y más nos cuesta ponernos en el lugar del otro.

¿Cuáles son los principales problemas del mundo rural ahora mismo?

La falta de servicios. De hecho, se cree que es la principal razón por la que las mujeres abandonan las zonas rurales: la falta de servicios, de escuelas, de guarderías o de centros de cuidados de personas mayores, porque al final todos esos cuidados recaen sobre las mujeres. Y la falta de transporte, porque se critica mucho al medio rural por usar mucho el coche y es verdad, pero es que no hay transporte público para ir de un sitio a otro y siempre tienes que ir a los núcleos grandes para todo.

Además, tenemos la amenaza constante de ser la despensa. Antes éramos la alimentaria, pero la producción de alimentos está desplazando cada vez más a países del sur así que ahora somos la despensa energética, la despensa de agua porque es donde se hacen los pantanos.

En las ciudades hay más gente, pero hay menos territorio y en las zonas rurales hay menos gente, pero tiene que custodiar un montón de territorio, que muchas veces es espacio natural protegido. Y los recursos económicos se reparten en función de las personas y no del territorio, así que al final la gente del medio rural se siente como ciudadana de segunda porque no tiene derecho a los mismos servicios que en las ciudades. 

Con la pandemia se habló mucho del éxodo de las ciudades al campo. ¿Es una realidad?

Creo que hubo un boom de gente que se movió a las zonas rurales con el teletrabajo en la pandemia, pero después ha vuelto a sus sitios. Sí que hay gente de las ciudades que se van a ir a vivir a los pueblos, pero no es un movimiento uniforme por todas las zonas rurales de España, hay algunas más atractivas que otras.

Tampoco creo que haya sido justo después de la pandemia sino que ya pasaba antes. Quizás la pandemia lo que ha permitido es que a muchos trabajos se les ha facilitado el teletrabajo y esa gente se lo plantea ahora porque antes no podía. De todas maneras, mucha gente se va a vivir a las zonas rurales pensando que va a poder teletrabajar y el internet en los pueblos es bastante deficiente todavía, así que se tiene que volver a la ciudad.

¿Eres optimista si piensas en el futuro del medio rural?

Yo siempre soy optimista para todo, entonces sí, lo soy. Por ejemplo, siempre hablo del pueblo en el que vivo, que somos 45 habitantes de los cuales 11 son niños. Nadie recuerda que hubiese tantos niños en el pueblo en los últimos 100 años. Es una buena señal. Mucha de la gente que tenemos hijos aquí es porque uno de los dos miembros de la pareja desciende del pueblo o tenía algún vínculo, pero también es verdad que gente de la que ha venido no tenía ninguna relación familiar. Me parece un ejemplo de que de que se le puede dar la vuelta a la tortilla. Sin ayudas también se puede conseguir un medio rural vivo.

Más información sobre el libro Haciendo mallata

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