Si imagináis un paisaje rural, con pueblos fortificados sobre colinas y campos de color amarillo y verde llenos de amapolas y girasoles, quizás creáis que estamos en la Toscana; pero no, nos encontramos en uno de los lugares más bonitos de Catalunña: el corazón de la Costa Brava.
Os proponemos una ruta en coche en la que pasearéis por pueblos preciosos, descubriréis paisajes que enamoran y os bañaréis en algunas de las calas más bonitas de la Costa Brava. Si disponéis de poco tiempo, la ruta puede hacerse en dos o tres días, ya que algunos de los pueblos son muy pequeños y se ven rápidamente en un paseo corto.
Nos encontramos en la comarca del Baix Empordà, en la provincia de Girona. A 1h30min de Barcelona por autopista. Podéis organizar la ruta como más os convenga. Una buena idea puede ser visitar un par de pueblos de playa por la mañana y ver dos o tres más de interior por la tarde.
Calella de Palafrugell, Llafranc y Tamariu
“Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa…” En Calella compuso Serrat su mítica canción Mediterráneo. Las casas blancas de pescadores y los arcos junto a la orilla del mar os dejarán boquiabiertos y os inspirarán a disfrutar de su ron quemado y pescado fresco.
Desde Calella podéis hacer un tramo del Camino de Ronda que va hacia Llafranc (20 min) y que continúa (subiendo) hacia el faro de Sant Sebastià.
En Calella, no os perdáis las vistas desde el mirador que hay pasada la playa del Port Bo. Y si sois fans de las habaneras, reservad sitio en la Cantada de Habaneras de Calella, que se celebra cada primer sábado de julio.
Calella, Llafranc y Tamariu conforman las playas de Palafrugell. Si os apetece ir a la playa, Llafranc y Tamariu son perfectas para ello. Ideales para ir con niños y también para pasear por la noche, ya que tienen mucho ambiente.
Monells y Cruïlles
Y nos adentramos en los pueblos del interior, en el Empordà más rural. Monells es un pequeño pueblo medieval, con mucho encanto y con una plaza central porticada magnífica. Aquí se rodaron algunas de las escenas exteriores de Ocho apellidos catalanes. Monells se construyó alrededor de un antiguo castillo, del que ya solo quedan las murallas.
Cruïlles forma parte del mismo municipio y está situado al lado de Monells. También diminuto y encantador, merece la pena dar un paseo y descubrir el monasterio de Sant Miquel de Cruïlles.
Madremanya
Todavía más en el interior encontraréis el pueblo de Madremanya, igual de diminuto pero más encantador si cabe. Parte de su encanto reside en que es un pueblo menos conocido que sus vecinos empordaneses. Mardemanya es uno de los secretos mejor guardados de la Costa Brava interior. ¡No os lo perdáis!
La Pera – Púbol
La Pera está muy cerca de Madremanya y además de tener un curioso nombre, está muy cerca del castillo de Púbol que Salvador Dalí regaló a su musa Gala y que puede visitarse a diario. La Pera, igual que su vecino Madremanya, es un pueblo medieval precioso y poco frecuentado por turistas. Un paseo por sus calles empedradas es más que recomendable.
La historia del castillo de Púbol que Dalí regaló a Gala
Gala Dalí no solo tuvo una salita sino un castillo entero: el castillo de Púbol, que ni siquiera pagó ella. Fue regalo de su pareja, Salvador Dalí, que la veneraba y le hubiese dado hasta la luna si hubiese podido. Se conocieron en Cadaqués a finales de la segunda década del siglo pasado y su amor fue de por vida.
Begur
Begur es uno de los pueblos más grandes de la zona y un buen plan para una tarde de paseos y compras, tras haber estado recorriendo el Camino de Ronda de la zona, o de estar tumbados en sus hermosas calas de agua azul turquesa. ¿Necesitáis ideas? No os perdáis Aiguablava, Platja Fonda, Fornells, Aiguafreda, Sa Tuna…
Las calles de Begur son peatonales y el castillo, situado en lo alto de una colina, es de visita obligada. En un día claro, desde allí veréis buena parte de Cataluña: las Islas Medas, los Pirineos, el Montseny… Y si os interesa la arquitectura, seguid la ruta de las casas de los indianos donde descubriréis auténticas mansiones de época.
Sa Tuna
Sa Tuna es una de las playas de Begur y probablemente uno de los rincones con más encanto de la Costa Brava. Una cala pequeña y acogedora, rodeada de pinos y naturaleza y arropada por el calor de la gente que reside en el núcleo de Sa Tuna. Preparaos para morir de amor.
Pals
De nuevo nos vamos al Empordà interior. Pals es posiblemente el más famoso de los pueblos medievales de la Costa Brava. Su fortificación, sus calles empedradas, sus balcones de flores y también su arroz lo hacen de visita obligada. Y sí, ¡su buena reputación está más que merecida!
Pals, el secreto medieval de la Costa Brava
Lo primero que se suele mencionar de Pals, un pequeño pueblo medieval situado en la comarca del Baix Empordà, es su belleza. Sus calles empedradas, los monumentos que se pueden visitar, el entorno natural y sus playas cercanas, ejemplos de los atractivos de la Costa Brava.
Peratallada
Peratallada podría ser la hermana pequeña de Pals. Un pueblo igual de encantador, lleno de casas antiguas, arcos y adornos de flores; pero más pequeño. Peratallada se visita en un paseo corto pero si os sentís a gusto, no dudéis en sentaros a tomar algo en la plaza del pueblo y a disfrutar del dolce far niente del Empordà.
Palau-Sator
Cierra la lista un pueblo que bien podría encabezarla si el orden de este listado hubiera sido siguiendo la belleza de los pueblos. Palau-Sator es otra de las joyas escondidas del corazón de la Costa Brava. Tras pasar por debajo de la imponente torre de las Horas, descubriréis el pueblo, que conserva todo su encanto medieval con las murallas y el castillo.
Ranking personal de los pueblos más bonitos de Catalunya a los que ir en familia
Todos ellos son pueblos preciosos, en los que abundan las excursiones y actividades para hacer en familia y disfrutar al máximo de un fin de semana rural.
2 comentarios
Estoy interesado en septiembre para hacer un viaje por estos pueblos y una casa rural o habitación para dos personas .
Enhorabuena, admiración y agradecimiento por todas sus aportaciones a la mejor blogger rural del mundo mundial. Gràcies, Roser. Una abraçada des de València.