Doñana ocupa una inmensa llanura que se extiende entre Sevilla y el Océano Atlántico, un universo lleno de vida y biodiversidad que adquirió fama universal con los primeros viajeros románticos que se aventuraron por España. Aquel paisaje y aquella riqueza medioambiental les fascinó.
Fue precisamente un pequeño documento de la época, Avifauna de Doñana: Catálogo de las aves observadas en algunas provincias andaluzas, de Antonio Machado y Núñez, el que comenzó a poner en valor la zona. El catedrático y zoólogo gaditano fue sin duda todo un pionero en eso que los ingleses conocen como birdwatching.
Y es que la naturaleza es muy generosa con Sevilla, una provincia que se ha convertido en un lugar de obligada visita para cualquier ornitólogo europeo que se precie. Sobre todo, centrados en la potencia de la Doñana Sevillana, donde el ciclo de avistamiento, además, va muy parejo a la evolución en el calendario de los paisajes de las marismas y de los arrozales. De marzo a mayo y de septiembre a noviembre son los meses óptimos para disfrutar de las aves aquí.
Marismas de Doñana: una galaxia ornitológica
Anátidas, limícolas, la mayor colonia de cigüeña blanca de Europa en estado natural, somormujos, patos marinos, cormoranes y gaviotas, cigüeñas negras, milanos, águilas imperiales y concentraciones de millares de flamencos coloreando de naranja y rosa el paisaje. Las marismas del Guadalquivir y el Parque Nacional y Natural de Doñana configuran toda una galaxia ornitológica de unas 27.000 hectáreas.
Su interés para los aficionados a la ornitología radica en que al ser una zona húmeda de extraordinaria importancia entre África y Europa concentra más de 150 especies de aves, que utilizan las marismas como lugar de paso, cría e invernada. En el perímetro de las marismas, los alcornoques llenos de aves asemejan sonajeros. Un paisaje horizontal en el que la biodiversidad ornitológica alcanza su máxima expresión.
Aves en el arrozal sevillano
Cuando las marismas comienzan a secarse, las aves acuáticas que habitan en Doñana se trasladan entonces hasta los arrozales, convergiendo ambos ecosistemas en un equilibrio virtuoso que fascina a los amantes de las aves. El arroz en Sevilla fue introducido en la década de 1920.
Hoy es la provincia productora líder de España de este cereal. Un paisaje que se abre al viajero como un laberinto onírico entre tablas de arroz, cuyas tonalidades van variando según la época del año en que se visita la zona. La Ruta del Arroz pone de manifiesto la importancia ecológica y paisajística del Guadalquivir-Doñana, trazando un recorrido de doce pueblos, cada uno con su singular receta de arroz.
A partir de mayo, cuando se llenan los campos de arroz, se pueden avistar garcetas, cigüeñas negras, la grulla, la gallineta o el morito común, que en los últimos inviernos se ha adaptado a la zonas próximas del arrozal para criar en invierno.
La Puebla del Río, Alfonso XIII o Isla Mayor son tres enclaves del arrozal sevillano que integran esta Ruta del Arroz. Son pequeñas poblaciones que concentran una cultura idiosincrásica.
Vale la pena pasarse por Alfonso XIII para ver desde el campanario de la iglesia de Nuestra Señora Virgen una panorámica del entorno o por La Puebla del Río para conocer parte de la historia de la compañía Islas del Guadalquivir S. A., el proyecto de ingeniería industrial que transformó este paisaje para siempre.
Por supuesto, no podemos dejar atrás Isla Mayor, la población más popular de la zona desde que se convirtió en escenario natural de la película dirigida por Alberto Rodríguez, ganadora de 10 Premios Goya en 2015.
Aves esteparias en las riberas del Guadiamar
El Corredor Verde del Guadiamar es otra de las zonas de la provincia de Sevilla donde la riqueza de la biodiversidad y la avifauna lleva a concentrarse a los aficionados en diversos enclaves para poder poner en práctica el noble arte de avistar aves en su estado natural.
De hecho, la mayor parte de las especies observables en Doñana ya se localizan a lo largo del curso del Guadiamar, algo que se recomienda hacer en una piragua. Aunque el ciclismo también goza de gran popularidad como medio para recorrer la ribera del río.
La Torre de San Antonio, además de su valor histórico (data del s. XII), es el refugio y hogar de numerosas aves, lo que le ha valido disfrutar de una especial protección medioambiental. El cernícalo primilla, la lechuza o incluso el búho real, son especies asiduas en esta torre, punto de cría y observación de primer orden. La familia de las aves esteparias es muy común en Olivares, donde la agricultura y el medioambiente coexisten en equilibrio desde tiempos remotos.
La Ruta del Agua, que discurre por la campiña hacia Gerena, es un plan perfecto si lo que se buscan son aves esteparias ya que hay grandes extensiones de estepa cerealista entre Gerena y Olivares que constituyen el hábitat ideal para la avutarda común, en grave peligro; la carraca europea; el sisón común o el cernícalo primilla, entre muchos otros.
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