Ruta por el Alto Gállego: los Pirineos fuera de radar

Escrito por

27.08.2023

|

6min. de lectura

Sallent de Gallego en el Alto Gállego
Sallent de Gallego en el Alto Gállego. Por FredP

Los Pirineos —desde la perspectiva de los urbanitas— siempre han ejercido como una válvula de escape al bullicio de las ciudades, por lo que visitarlos siempre suele implicar adentrarse en arboledas, andar alrededor de lagos glaciares, visitar pueblos de piedra recónditos y disfrutar de la buena cocina montañesa, entre otras cosas. Para ello, esta vez os proponemos una ruta por el Alto Gállego, una tierra de paisajes superlativos, tradiciones milenarias y otra cosa que en estos tiempos está muy buscada: el silencio. 

Antes de meternos en la naturaleza apabullante conviene acercarse a Sabiñánigo —y en concreto al Museo Ángel Oresanz y Artes del Serrablo— para comenzar esta ruta por Huesca comprendiendo su versión más humana. Y es que las duras condiciones de la vida en las montañas, la creciente despoblación del medio rural y el envejecimiento de sus habitantes hicieron que en esta parte de Aragón quedaran abandonados un gran número de pueblos.

El Serrablo
El Serrablo. Por José Antonio

Los desolados Basarán, Cortillas y Susín entre muchísimos otros fueron, hasta hace bien poco, el hogar de familias de pastores y agricultores que con el tiempo acabaron marchando empujados por diversas circunstancias. Los objetos (instrumentos musicales, herramientas, artesanía, vestidos…) que componen la colección han sido recuperados de algunas de estas aldeas pirenaicas hoy sólo habitadas por la vegetación. El museo nos habla también de los usos y costumbres de los territorios históricos del valle de Tena, el Serrablo y la tierra de Biescas, algunos de los cuales se han perpetuado hasta nuestros días. 

Iglesias de Serrablo
Iglesias de Serrablo: San Pedro de Larrede. Por José Antonio

Otra de las grandes riquezas históricas de la comarca la encontramos a lo largo del río Gállego. Las iglesias de Serrablo —una serie de templos de piedra desnuda de estilo románico lombardo esto es de pequeño tamaño, una sola nave y esbeltas torres-campanario— son una de las grandes señas de identidad del Alto Gállego.

Hay quince iglesias en el territorio y la mayoría de ellas fueron recuperadas piedra a piedra por voluntarios (de la Asociación Amigos de Serrablo) que se rebelaron al ver cómo, tras el despoblamiento de muchas zonas, su patrimonio histórico medieval estaba condenado a desaparecer de la faz de la tierra. Hoy, gracias al trabajo de estos héroes locales que las devolvieron a su esplendor pretérito, podemos visitarlas. Eso sí, las de San Martín de Ordovés, San Juan de Busa y San Martín de Oliván suelen estar abiertas, pero para entrar en el resto (San Bartolomé de Gavín, Santa Eulalia de Orós, etc.) es necesario preguntar por la llave a algún vecino. 

dolmen de Santa Elena
dolmen de Santa Elena. Por WindColors

Y un último paso atrás en el tiempo para conocer otros vestigios humanos que también salpican el Alto Gallego: los monumentos megalíticos. Son muy abundantes y diversos en la comarca y siguen ahí para recordarnos que durante el Neolítico ya hubo sociedades complejas asentadas en este rinconcito del Pirineo.

Entre los más espectaculares —porque hay muchos y son inabarcables— están los túmulos, dólmenes y cromlechs de Tramacastilla de Tena; el dolmen de Santa Elena, que fue restaurado tras su destrucción durante la Guerra Civil y el dolmen de Ibrique, en la sierra de Picardiello —punto de entrada a la sierra de Guara— al que también se le conoce como Caseta d’as Bruxas.   

Naturaleza salvaje en el Alto Gállego

Baños de Panticosa
Baños de Panticosa. Por Amaiquez

Vale, ahora ya sí podemos entrar en materia montañera. Para hacerlo conviene subir hasta la cabecera del valle de Tena que se encaja dentro de la Reserva de la Biosfera de la UNESCO de Ordesa-Viñamala y que presume de tener una de las mejores representaciones de los diversos ecosistemas de montaña del Pirineo.

Los Baños de Panticosa pueden ser un buen punto de partida para seguir, por ejemplo, alguna de las rutas que suben hasta los ibones (lagos glaciares) de la zona. Las opciones son muchas y todas las formas físicas son bienvenidas: desde un sencillos paseo alrededor del ibón de Baños o una excursión matinal a las Balsas de las Ranas, hasta las más exigentes travesías que unen los ibones Azules, los de Pecico y los de Bramatuero Bajo, situados todos por encima de los 2.000 metros de altitud.

Balsa de las ranas
Balsa de las ranas. Por estivillml

La cabecera del valle del Tena también es punto de acceso para ascensiones más demandantes como son las cimas del Balaitús (3.144 metros), del Garmo Negro (3.051 metros) o de Peña Telera (2.764 metros) entre otros. 

Otro de los espacios verdes protegidos que tiene un pedacito en territorio del Alto Gállego es el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, que se extiende entre esta comarca y sus vecinas Hoya de Huesca y Sobrarbe y que se considera una de las mecas del barranquismo europeo. Algunos de sus ríos como el Mascún, el Vero o el Balcés modelaron a su paso profundas gargantas que hoy se dejan conocer mejor equipados con un arnés, unas cuerdas y un buen neopreno. 

Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara
Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Por Hlne

El Alto Gállego tiene, pues, multitud de enclaves históricos, iglesias medievales y espacios naturales a los que podríamos dedicar toda una vida, pero hay otra cosa que abunda en esta zona: las especialidades culinarias propias. Y es que su cocina de montaña nos habla de aquellos tiempos en los que la gente echaba al puchero lo que tenía más a mano a saber las borrajas, las setas y los espárragos montañeses tan presentes en estos bosques de altura.

Las carnes que se conseguían de la caza —jabalí y conejo— y de las matanzas del cerdo en los pueblos también iban a parar a los fogones y de aquellos tiempos de escasez nació la olla tensina. Este potaje tradicional del valle del Tena hecho a base de legumbres, borrajas, morcilla y chorizo se ha convertido en todo un emblema gastronómico del Alto Gállego. A ella hay que añadir en el recetario tradicional al cordero lechal tensino, a las colas montañesas (rabos de cordero), a las chiretas fritas y los tripiligates (menudillos) o a las sopetas de vino, crispillos, sopas de Santa Teresa en el apartado más goloso.

Kris Ubach

Etiquetas

Si te ha gustado, compártelo

¿Estás pensando en tu próxima escapada?

Publicidad

Publicidad

Comentarios

  1. Javier 7 de septiembre de 2023 a las 21:09 - Responder

    Muy buenos reportajes ,felicidades cris. Gracias. Por. Ellos

Si te gusta escaparte, te gustará nuestra newsletter

Te enviamos recomendaciones personalizadas para que tu próxima escapada sea inolvidable. ¿Te unes?