Ruta entre lagunas y las ruinas de un pueblo abandonado en el reino de la avutarda

Escrito por
08.06.2025
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Reserva Natural de Las Lagunas de Villafáfila, Zamora. Por LFRabanedo.

En el noroeste de la provincia de Zamora se encuentra uno de los lugares preferidos para los aficionados a la ornitología y el senderismo. La ruta de las lagunas de Villafáfila permite conocer un territorio que acoge a numerosas especies de aves, en especial a la avutarda, que es la más habitual. De hecho, se calcula que unas 2.000 tienen allí su residencia, por lo que es uno de los sitios con mayor concentración de ejemplares del mundo.
Existen diversos recorridos para conocer la reserva natural de las lagunas de Villafáfila, pero uno de los más asequibles es el que rodea la Salina Grande (hay otras dos más pequeñas llamadas Barillos y Salinas, además de otros humedales menores). En total, la ruta tiene algo más de 10 kilómetros de recorrido circular y un nivel de dificultad muy bajo porque es todo llano.
Ruta circular por las lagunas de Villafáfila

Antes de ponernos en marcha no está de más saber que, debido a la ubicación de las lagunas, es mejor evitar hacer la ruta en verano. Dependiendo de la climatología, puede que las reservas de agua se hayan secado. Además, no hay muchas sombras, por lo que recomendamos cubrir la cabeza, llevar siempre agua de sobra y utilizar protección solar.
La ruta parte del pueblo de Villafáfila, situado en Tierra de Campos, donde se puede estacionar el coche. Desde ahí se toma un camino por el campo, bien marcado, que lleva al regato del Tío Hachero, un arroyo que desagua en la laguna. El siguiente punto de referencia remarcable es el puente de Villarico, un recuerdo de la presencia de los romanos en ese territorio, ya que formaba parte de una calzada romana.
La villa abandonada de Otero de Sariegos
Un buen lugar para retomar fuerzas en el camino es Otero de Sariegos, una aldea abandonada que forma parte de la ruta. Si bien hace decenas de años que nadie reside allí, podría decirse que aún tiene vida gracias a los visitantes de las lagunas de Villafáfila. La historia de la localidad incluye dos despoblaciones: la primera, en el siglo XVII, que se consiguió remontar con la mudanza de vecinos de otros pueblos cercanos; la segunda, en 2003, cuando se fue definitivamente el último de sus habitantes.

Actualmente, en Otero de Sariegos solo quedan ruinas de casas y de la iglesia, que data de la Edad Media. A su lado, en el camposanto, hay dos cruces. Una de ellas corresponde a la única vecina que está enterrada en el cementerio. Según la prensa local, desde 2003 los únicos habitantes son animales, como conejos y palomas, que campan a sus anchas por lo que un día fue un núcleo de población humana.
Pero en Otero de Sariegos también hay otro sitio muy interesante: el yacimiento de Santioste. A principios de los años 90 del siglo XX, se descubrieron allí hornos y áreas de cocedero, entre otros restos, además del enterramiento de una ‘joven dama’. Esta fue sepultada con un ajuar funerario formado por “un cuenco liso, una pulsera con cuentas de hueso, un collar con similares arandelas y tres chapitas de plata, y un botón piramidal de marfil”, dicen documentos de la Junta de Castilla y León.
Además, los expertos apuntaron que: “El exotismo de tales objetos [del ajuar] nos anima a pensar que la malograda muchacha debió pertenecer a una clase social destacada”.

La ruta continúa por un camino de asfalto que toma la senda de la derecha cuando llega a una bifurcación, y que lleva de nuevo a Villafáfila. Con suerte, durante el trayecto se habrán podido ver, además de avutardas, patos comunes, cigüeñas y, sobre todo, palomas que residen en los numerosos palomares de barro que se ven por el territorio.
Es recomendable visitar el centro de interpretación Casa del Parque ‘el Palomar’. Allí se puede obtener información más detallada de la reserva natural, su fauna y la historia de los alrededores. Su nombre no es gratuito, ya que acoge 400 nidales de esa especie de aves.
El monasterio de Santa María de Moreruela

Aquellos que quieran aprovechar el desplazamiento hasta esta zona de Zamora, pueden acercarse al monasterio de Santa María de Moreruela, que está en las cercanías de la localidad Granja de Moreruela, junto a la Vía de la Plata.
Se trata de los vestigios de una de las construcciones cistercienses más importantes de la península ibérica. Según la guía del císter en Castilla y León, el origen de este monasterio se sitúa entre los años 1158 y 1163. Durante siglos tuvo gran importancia para la economía y sociedad de la zona, pero con la desamortización de 1835 los monjes se tuvieron que marchar y quedó abandonado.
Actualmente, se puede ver lo que queda de su iglesia románica con algunos elementos góticos. Fue una de las partes más notorias del monasterio y su construcción está firmada (literalmente en la piedra) por canteros de profesión. Es la parte que mejor se conserva en la actualidad, aunque solo se pueda apreciar parte de su esqueleto.
Asimismo, podemos imaginar –con un poco de esfuerzo– cómo fue la vida de los monjes en el claustro, que data de la Edad Media. También quedan marcas de las celdas donde dormían los religiosos y el locutorio. En 1931, el monasterio recibió el título de Monumento Histórico Artístico y, en 1994, pasó a manos de la Junta de Castilla y León para hacerse cargo del mantenimiento de los restos que quedan.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.