Magazine Ciencia Superpoblación: cada vez hay más países con menos hijos y eso es bueno y malo

Superpoblación: cada vez hay más países con menos hijos y eso es bueno y malo

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Por Pixabay

En Estados Unidos, a mediados de la década de 1970, solo el 10 % de las mujeres entre los 35 y los 39 años no tenía hijos. En 2016, ese porcentaje casi había alcanzado el 20 %. Es decir, se había doblado. Y ya se estima que para 2030, un tercio de los hombres y mujeres se jubilarán sin tener hijos.

Y lo que es más importante: la mayoría de los que no tienen hijos no se arrepienten. Y, según un experto en felicidad, las mujeres son más felices sin hijos ni marido: el último libro del profesor de ciencias del comportamiento, Paul Dolan, Happy Ever After, cita evidencia de la American Time Use Survey (ATUS), que comparó los niveles de placer y miseria en personas solteras, casadas, divorciadas, separadas y viudas.

Como explica Mauro Guillén en su libro 2030. Viajando hacia el fin del mundo tal y como lo conocemos:

«Ser madre soltera durante la adolescencia también tiende a limitar las oportunidades que se tienen en la vida. En Estados Unidos, cada año nacen cerca de un cuarto de millón de niños de mujeres que tienen entre quince y diecinueve años. El porcentaje de madres solteras se duplica entre los afroamericanos, hispanos y nativos americanos en comparación con los blancos; y es cuatro veces más elevado que la tasa de los asiáticoamericanos.»

Esto es particularmente acusado en Estados Unidos. Una investigación dirigida por la socióloga Jennifer Glass, de hecho, sugiere que los hijos aumentan la exposición de los adultos a una variedad de factores que causan estrés, así que la brecha de felicidad entre los adultos con hijos y quienes no los tienen es mayor en Estados Unidos que en cualquier otro país desarrollado.

Familia
Por Kzenon

Solo en los países donde hay mayor disponibilidad y generosidad de los permisos de maternidad y de los programas de apoyo a la natalidad tienen padres y madres más felices que la gente sin hijos (básicamente, Francia, Finlandia, Suecia, Noruega, España, Portugal, Hungría y Rusia). Dicho de otro modo: si el Estado no apoya a las familias con hijos, tener hijos es una mala idea.

E incluso así puede que la gente empiece a tener otras prioridades, como sucedió en Singapur, donde tres cuartas partes de la población es de origen chino, y estaba renunciando a tener hijos en favor de tener más dinero, mejores coches o una vivienda más lujosa.

PROS Y CONTRAS

Así pues, en términos generales, dejar de tener hijos tiene sus aspectos positivos y negativos. Algo que también sucede en el ámbito geopolítico, económico y hasta ecológico.

Tener más hijos aumenta la presión de la superpoblación, que se traduce en una huella medioambiental mucho mayor, por ejemplo, pero también tener más hijos trae más cerebros al mundo: más cerebros capaces de hallar problemas para encontrar más recursos o tornar más eficiente el consumo de tales recursos. Tal y como explican Peter H. Diamandis y Steven Kotler en su libro Abundancia, los recursos escasos se vuelven abundancias gracias a la innovación, y esa innovación es cada vez más frecuente porque todos nosotros estamos mejor conectados gracias a los medios de comunicación, sobre todo internet:

“La tecnología es un mecanismo de liberación de recursos. Puede convertir lo que antes era escaso en abundante.”

Tener menos hijos también invierte la pirámide poblacional, lo que propicia naciones llenos de personas ancianas y muy pocos trabajadores jóvenes, como sucede sobre todo en países asiáticos como Japón.

Por Pixabay

Sea cual sea nuestra postura al respecto, lo cierto es que no podemos hacer mucho como colectivo para aumentar la natalidad, ni tampoco para reducirla. Por ejemplo, en Singapur, el gobierno ofreció vacaciones en Bali a los matrimonios sin hijos con la advertencia de que era necesario que el país tuviera una población joven pujante para mantener el crecimiento de su economía. Las parejas, sin embargo, regresaron de esas vacaciones sin quedarse embarazadas. El programa piloto se canceló.

En la década de 1970, por ejemplo, en la India se practicaron miles vasectomías de forma obligatoria, pero tal asunto causó grandes controversias entre los ciudadanos, y el partido en el gobierno perdió el poder.

En sentido contrario, la República Popular China trató de cambiar la tendencia demográfica con su política del hijo único. En 2015, China optó por eliminar aquella política. Sencillamente, fue la prosperidad lo que hizo que muchas personas prefirieran tener cosas a tener hijos.

No en vano, el mejor profiláctico del mundo es el agua potable: a menos insalubridad y muerte infantil, menor número de hijos tienen las familias de un país en desarrollo. Actualmente, mil millones de personas carecen de acceso al agua potable, 2.600 millones no tienen acceso a unas condiciones de salubridad básicas. Esas personas viven en los países donde más hijos se tienen actualmente. Es decir, la prosperidad podría autorregular la natalidad en el futuro, sobre todo en los países, como Chad, donde tener familias numerosas es lo frecuente.

El siguiente nivel es el acceso a la educación y al mercado de trabajo de las mujeres. Y, finalmente, el aumento de la prosperidad general. Ahora China está empezando a tener el mismo problema que sus vecinos más ricos: un porcentaje más alto de población envejecida y poca población joven.

Así pues, ante la disyuntiva de tener hijos o no tenerlos no hay una respuesta clara. Hay personas que serán más felices, y otras que lo serán menos. Puede agravar los problemas económicos o medioambientales, o precisamente puede ser la solución. Sea como fuere, tratar de regularlo por la fuerza no parece muy inteligente ni eficaz: es mejor confiar en las fuerzas subterráneas que guían los verdaderos incentivos de los seres humanos.

No lo sabemos, y deberemos ir descubriéndolo sobre la marcha. Como siempre lo hemos hecho.

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2 comentarios

María 23 de febrero de 2021 - 09:35

Que tristeza de artículo. Una lastima que en esta vida prime lo material. Hemos llegado a un punto que hasta te planteas si en realidad la pandemia no nos ha venido a dar un toque de a atención a la vida. Siendo unos individualistas y mirándonos solo el ombligo, tal como planteas en este artículo, nos vamos al desastre absoluto y desaparición

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Lara Aranda 23 de febrero de 2021 - 15:51

Decepcionante. Me daré de baja de vuestra newsletter.
La narrativa de la sobrepoblación, relativismo de transfondo, nuevo orden mundial…
Qué decepción.

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