El té es una bebida milenaria que nació en Oriente y llegó a Europa a través de los portugueses, quienes fueron los primeros europeos en tener contacto con esta bebida a base de hierbas cuando llegaron a Japón en 1543.
Curiosamente (o no), en Portugal, más concretamente en la isla de São Miguel, en las Azores, está la plantación de té más antigua y una de las pocas del continente europeo, cultivada de forma ininterrumpida desde 1883.
La larga historia de amor entre el té y los europeos comenzó de la mano de los navegantes portugueses que, durante el siglo XVII, distribuyeron este producto por todo el continente. La bebida empezó a ser muy apreciada por las clases más ricas.
Según cuenta la leyenda, fue una princesa portuguesa, Doña Catarina de Bragança, quien llevó la costumbre de beber té a la corte inglesa en el siglo XVII cuando se casó con el rey Don Carlos II de Inglaterra.
Se cree que las primeras semillas de té fueron traídas desde Brasil a São Miguel, en 1820. Inicialmente, era una planta ornamental, que se adaptaba bien al clima templado y a las lluvias de la isla y adquiría aroma del subsuelo volcánico.
Posteriormente, en el último cuarto del siglo XIX, la Sociedade Promotora da Agricultura Micaelense -una asociación destinada a promover el desarrollo de la agricultura en la isla de São Miguel- impulsó el cultivo del té y su fabricación como alternativa a la producción de naranjas, que en ese momento atravesaba una crisis.
Con ese objetivo, en 1878 dos técnicos de Macao fueron contratados para venir a São Miguel a enseñar técnicas de preparación de hojas y elaboración de té. Los conocimientos ancestrales pasaron de generación en generación y en la isla se crearon varias fábricas de té.
José do Canto fue un pionero cuando en 1883 creó la primera producción industrial de té en las Azores. La plantación Chá Canto estaba ubicada en el camino que conecta la ciudad de Ribeira Grande con Lagoa do Fogo. Este hombre fue uno de los principales impulsores de la introducción de la cultura del té en la isla y su fábrica de té fue la más emblemática de São Miguel y Portugal.
Había seis fábricas de té en la costa norte de la isla de São Miguel. Pero, a partir de la década de 1960, las fábricas cerraron y las plantaciones fueron reemplazadas por pastos para vacas.
La única que sobreviviría ininterrumpidamente desde 1883 sería la Fábrica de Chá Gorreana, comercializando té verde Hysson y las marcas de té negro Orange Pekoe, Pekoe y Broken Leaf.
El clima húmedo y lluvioso, las temperaturas suaves, así como el suelo ácido y volcánico, permitieron la producción de té verde y negro de calidad. Los extensos paisajes verdes de cultivos comenzaron a marcar de manera sublime la identidad de esta parte de la isla de São Miguel.
Una visita imperdible en la isla de São Miguel
Cualquiera que pase por la carretera principal (EN1-1A) que atraviesa toda la zona norte de la isla de São Miguel no quedará indiferente ante el edificio blanco al lado de la carretera, con letras muy grandes en rojo vivo donde se puede leer “Chá Gorreana”. Esta es una de las dos fábricas de té de la isla y la más antigua de Europa en funcionamiento continuo desde que fue fundada en 1883 por Ermelinda Pacheco Gago da Câmara.
La Fábrica de Chá Gorreana pertenece a la misma familia desde hace siete generaciones. Estuvo a punto de cerrar en 1975, pero desde entonces ha seguido creciendo en producción, superficie de cultivo y clientes, incluso en exportación.
Actualmente cuenta con 32 hectáreas de plantación y produce, en promedio, 40 toneladas de té al año. Según la página web de la fábrica, una pequeña parte de la producción se destina al mercado de las Azores y el resto se exporta a Portugal peninsular y a países como Alemanía, Estados Unidos, Canadá, Austria, Francia, Italia, Brasil, Angola y Japón, entre muchos otros.
Cosechado entre abril y octubre, el té Gorreana es un producto 100% orgánico y no está sujeto a ningún uso de herbicidas, fungicidas y pesticidas. Todo el té deriva de la planta Camellia sinensis, un pequeño árbol de la familia de las teáceas. Estas hojas, según el proceso, darán lugar a una de las tres formas principales de té: verde, negro y oolong.
Visitada anualmente por miles de personas, la Fábrica de Chá Gorreana es reconocida como una parada obligatoria cuando se visita la isla de São Miguel. Los turistas podrán visitar libremente las plantaciones, así como observar todo el proceso del té, desde la recolección hasta el envasado. Las principales máquinas donde se produce todo el té Gorreana son de origen británico, datando del siglo XIX hasta principios del XX, factor que atrae a muchos curiosos a la fábrica.
Durante todo el recorrido por el espacio siempre nos acompaña un agradable e intenso olor a té en esta especie de museo vivo, que trata tanto de historia y tradición como de producción industrial.
La otra fábrica que aún funciona en São Miguel es la Chá Porto Formoso, también en el municipio de Ribeira Grande. Esta fábrica fue fundada por Amâncio Machado Faria e Maia en la década de 1920 y estuvo en funcionamiento hasta la década de 1980. En 1998 fue sometida a obras de renovación y reabrió sus puertas en 2001.
Con cinco hectáreas de plantación, la fábrica produce entre 12 y 14 toneladas de tres variedades de té negro al año, comercializando alrededor del 60% de la producción en la propia tienda de la fábrica. El resto se vende en las Azores y una pequeña parte en tiendas seleccionadas del resto del país.
Los turistas que visitan la fábrica y plantación pueden visitar un museo, degustar el té y también aprender un poco sobre la historia de las Azores.
Cada año, la Fábrica de Chá Porto Formoso promueve en mayo una recreación de la tradicional cosecha de té. Esta fábrica busca así recuperar costumbres y vivencias de otras épocas, recordando y homenajeando una época en la que la producción de té era una de las principales actividades económicas y sociales de las Azores.
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