Con el otoño, llega una de las estaciones del año más reflexivas. Volvemos a la rutina, al colegio, al trabajo, a las chaquetas y a los paraguas. Y en medio del ajetreo del día a día, podemos contemplar auténticos regalos de la naturaleza: las puestas de sol son ahora más largas, por lo que podemos dejarnos llevar cada tarde por un festival de colores rojizos en el cielo; también es cuando árboles tiñen con una amplia gama cromática los paisajes boscosos.
¿Se te ocurre un lugar donde explorar un otoño rebosante de vida, de colores y con sus nacederos y ríos en pleno auge? No le des más vueltas: Navarra es un destino ideal para visitar también en esta época del año y pasear, sin prisas, por naturaleza exuberante y con unas temperaturas muy agradables, así como para disfrutar de su rica y variada gastronomía, de su patrimonio histórico y de sus tradiciones milenarias.
Si puedes, escápate a Navarra varios días porque sus propuestas te atraparán. Además, es una tierra que conserva el encanto de lo auténtico, gentes abiertas y agradables con las que vivir experiencias genuinas y sostenibles con el entorno, muy alejadas de las que ofrecen otros destinos turísticos más masificados e impersonales. Toma nota de estos planes otoñales diferentes que podemos hacer en Navarra.
Paseo por la Vía Verde del Plazaola… ¡en burro!
¿Quién dijo que las Vías Verdes son solo para ir en bicicleta o caminando? La empresa Astotrek ofrece la posibilidad de recorrerla de una manera muy especial: ¡Con burros! Además, el camino es un auténtico santuario natural: va de Sarasa (Navarra) a Andoain (Gipuzkoa), pasando por los valles de Larraun y los paisajes vírgenes de Leitzaran.
Es un plan que es ideal para familias con niños que no tienen contacto habitual con los animales, ya que durante el trayecto podrán acariciarlos, peinarlos e incluso aprender a manejarlos. Se ofrecen desde rutas cortas de dos horas, hasta recorridos largos de dos o tres días por los tramos más bonitos de la Vía Verde del Plazaola. Solo os despediréis de los burritos en el momento de ir a la cama: los animales podrán pasar la noche en casas rurales con espacios habilitados para ellos.
Conocer un artesano de “kaikus”
¿Sabes lo que es un “kaiku”? La palabra, que viene del euskera, da nombre a una especie de jarra chata hecha con madera de abedul y que es icónica de la cultura vasca. Se hacía en madera porque era lo que había a mano antaño en las bordas de montaña.
Tradicionalmente se empleaba el mismo recipiente para todo: se ordeñaba aquí mismo la leche de oveja o de vaca, se transportaba, se cocía (echando piedras candentes, que le dan un característico sabor ahumado) y se servía en el utensilio. También es donde se sirve la cuajada, un postre lácteo muy tradicional en Navarra y que suele ir acompañado de otros productos autóctonos, como miel y nueces.
¿Qué te parece empaparte de toda esta cultura visitando el taller de un artesano en Erratzu? Ion Dufurrena es de los pocos que quedan fabricando a mano este y otros instrumentos pastoriles de más de 2.000 años de antigüedad. Escucharás sus explicaciones y aprenderás su oficio en un enclave de lujo, todavía más en otoño: el Valle de Baztan.
Visitar “Peru-Harri”
Te proponemos ir a un lugar de lo más peculiar: “Peru-Harri”, un museo que está en medio de la montaña. Los amantes de las tradiciones vasconavarras conocerán a Iñaki Perurena, uno de los “grandes” de los deportes rurales (conocidos como herri kirolak), concretamente del levantamiento de piedras.
Amante confeso de las piedras, ha creado una especie de museo al aire libre en el que se entremezcla mitología, arte y tradición a través de esculturas de lo más peculiares a dos kilómetros del casco urbano de su pueblo, Leitza. Todo un templo para los amantes de la cultura unida al mundo rural.
Un exuberante nacedero del Urederra
Urederra es una palabra que viene del euskera y que significa “agua hermosa”. Poco más hay que añadir a un destino imprescindible en Navarra en otoño. Te espera un paisaje de cuento con unos ríos, pozas y saltos de agua de color azul turquesa. No creerás lo que ven tus ojos en un lugar donde conviven hayas, olmos, robles, arces y fresnos, que se entremezclan con un abanico de colores que nunca hubieras creído que es real.
El entorno está declarado reserva natural y está en Baquedano, al norte de Estella-Lizarra. Se trata de la salida natural de un acuífero formado en el macizo kárstico de la sierra de Urbasa. Debido a las muchas visitas que ha tenido durante años y para evitar el deterioro del espacio, se ha establecido un límite de acceso y hay aforo limitado. El acceso es gratuito, pero hay que reservar previamente.
Si hacemos el recorrido completo, son 6,2 kilómetros entre ida y vuelta, con 90 metros de desnivel. Os ocupará entre dos y tres horas, dependiendo de las paradas que hagáis y de lo que os encantéis contemplando las aguas cristalinas. Y es que, ¡no podréis dejar de mirarlas!
Un “retiro” en el Monasterio de Leyre
Con este ambiente otoñal, ¿a quién no le apetece parar a reflexionar y alejarse del mundanal ruido en un lugar donde nadie le encuentre? Te proponemos acercarte a un enclave de lo más especial: el Monasterio de Leyre, en la actualidad todavía habitado por monjes benedictinos, y flanqueado por una sierra repleta de cortados y aristas.
Cuando abandonéis el “retiro” monacal, cerca tenéis dos visitas obligatorias en plena naturaleza: las Foces de Lumbier y la Foz de Arbaiun, dos gargantas esculpidas por los ríos Irati y Salazar que son auténticos santuarios de aves rapaces a los pies de los Pirineos.
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