En 2018, la localidad zaragozana de Quinto inauguraba el primer museo de las momias de España. Una exposición de 15 habitantes que vivieron hace más de dos siglos y que se han conservado en perfecto estado bajo el suelo de la iglesia de la Asunción de Quinto.
Antiguamente las iglesias servían de necrópolis para el pueblo. Una práctica que en nuestro país se prohibió con la llegada de Carlos III (1716-1788), quien obligó a construir cementerios exteriores para evitar el hedor de las iglesias en los meses de calor. No obstante, en algunas localidades esta tradición perduró hasta el siglo XIX.
En la iglesia de la Asunción, más conocida como del Piquete, se cree que pudo haber enterradas unas 1.160 personas, pues hasta 1960 fue el lugar de culto del pueblo. A partir de ese año, el edificio pasó a ser utilizado como almacén de trigo y, posteriormente, abandonado.
En la década de los 80, el ayuntamiento adquirió el recinto convirtiendo el Piquete en la imagen de Quinto. Las primeras momias, no obstante, no fueron descubiertas hasta 2010, cuando comenzaron las obras para reformar la nave central.
Lo que nadie sospechaba entonces es que aquel hallazgo sería un tesoro para el pueblo, pues una gran mayoría presentaban un estado de conservación impecable. A diferencia de las momias de antiguas civilizaciones como la egipcia, aquí el proceso de momificación fue natural.
“Las razones por las que algunos cuerpos se han conservado tan bien tiene que ver con el clima seco de Quinto”, explica Mercedes González, directora del Instituto de Estudios Científicos en Momias. “También depende de las características de cada persona, del tiempo de deshidratación de cada uno de ellos y del tipo de muerte. El cólera deshidrata más que un infarto”, añade.
De los 70 cuerpos rescatados de la nave central, 30 de ellos estaban momificados. Los 15 en mejor estado son los que se han expuesto en la iglesia. 8 son niños y 7 adultos.
Los análisis y las pruebas científicas han sido imprescindibles para saber de qué época son. “Por el tejido y el tipo de ropa creemos que son del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El mayor de ellos, que debió de morir a los 70 años, lleva unos zapatos que son del siglo XVII, aunque ese modelo pudo llegar a Aragón más tarde”, explica González.
Lo que suele ser más complicado de averiguar es la causa de la muerte. Según González, algunos de los niños y ancianos pudieron morir de cólera, ya que en esa época en Aragón hubo un brote bastante fuerte y los más pequeños y mayores suelen ser los primeros en sufrirla.
“Hay uno de los niños que tiene deformidades en los pies. La causa de la muerte pudo haber sido una infección y la propia deformidad”, añade.
Aunque no todas son tan sencillas de investigar. “Si sufrió un infarto y con la caída se fracturó el cráneo, nosotros lo primero que vamos a pensar es que la muerte fue a causa del traumatismo. También hay muchas enfermedades que no dejan huella en los huesos ni en la piel”, nos comenta González.
No obstante, en algún caso se pudo llegar hasta la identidad de la persona. “Hicimos escáneres a cuatro de las momias. En una de las mujeres obtuvimos que había muerto por hemorragia vaginal a los 35 años. También sabemos su identidad gracias al registro histórico”, continúa.
Una vida dedicada a las momias
Quinto supo elegir muy bien a la responsable que se encargaría de poner a punto a sus preciadas momias. Mercedes González se empezó a interesar por ellas a los 7 años. “A esa edad fue cuando vi la primera momia en la iglesia de los Jesuitas, en Madrid, y me fascinó lo bien conservada que estaba”, nos explica.
Con su vecino médico, González pudo resolver muchas de las preguntas que se hacía sobre las enfermedades, la muerte y lo variable que es el proceso de descomposición. Su interés no hizo más que aumentar.
Técnica Superior en Anatomía patológica, Biología celular e Histología, su carrera y experiencia le llevaron a fundar el Instituto de Estudios Científicos en Momias. Con él ha trabajado en la conservación de momias andinas, egipcias y guanches. También ha colaborado en la búsqueda, localización y estudio osteológico de los restos mortales de Don Miguel de Cervantes y se ha encargado de la conservación preventiva de las momias de Quinto, además de la museografía.
“Lo que realizamos en la conservación preventiva es la limpieza de los cuerpos para quitarles la tierra y el polvo”, explica. “En algunos de ellos se han encontrado microorganismos. Uno de los hombres tenía un nido de ratones dentro, a la altura del riñón. Al meter los dedos por una de las cavidades descubrí que había dos esqueletos de roedores y varios fragmentos de plástico. Con ello supimos que el hombre había sido atacado después de su entierro. Posiblemente fue cuando se sacaron los cuerpos en 2011. En la época en la que murió el plástico aún no existía”, concluye González.
A este cuerpo se le llamó “Muerte de una momia” pues, aunque suena contradictorio, lo que se quiere transmitir con ella es que si no se tiene cuidado y las condiciones no son las apropiadas, los cuerpos pueden deteriorarse fácilmente.
El Museo de las Momias de Quinto
No es la primera vez que Quinto muestra a sus momias. En 2016 hizo una exposición temporal con seis de ellas a la que asistieron más de 900 visitantes. Aquello era el inicio de lo que acabaría siendo el Museo de las Momias de Quinto.
Su principal atractivo, además de la excelente conservación de los cuerpos, es que están expuestas en el mismo lugar en el que fueron encontradas: en la iglesia de la Asunción, donde el tiempo parece haberse congelado y la muerte, en vez de asustar, resulta asombrosa.
El museo cuenta con una guía donde, además de explicar la historia de cada momia, también narra la historia del lugar. El precio de la entrada general es de 7€.
En los primeros fines de semana de su apertura, 600 personas visitaron el museo. “Más de 70% eran de fuera de Aragón y de España. Entre los visitantes había un matrimonio de polacos”, cuenta orgullosa González. Una cifra que se ha visto reducida drásticamente durante el 2020 debido a la pandemia.
Su objetivo es mejorar el turismo de Quinto y luchar contra la despoblación. Aunque también quiere convertirse en un referente en momias en el país. Un título por el que compite con la iglesia de San Andrés de Toledo, que también abrió al público una colección de momias que se encontraron en el subsuelo del templo. En Quinto, no obstante, aún queda material por mostrar. Según González, “Todavía hay cuerpos por descubrir”.
1 comentario
Impresionante. Muy bien cuidado. Sobresaliente la guía del museo.