El santuario Gaia, el refugio para animales de granja en Camprodón que nació del amor

Escrito por
02.10.2025
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9min. de lectura
Fundación Santuario Gaia.

El santuario Gaia nació en 2012 fruto del amor: el que Ismael López y Coque Fernández sienten entre ellos y el que comparten por los animales. Ambos son veganos y activistas, así que al conocerse se prometieron que crearían un lugar dedicado a rescatar y cuidar animales considerados de granja. Conocían la existencia de este tipo de espacios en Estados Unidos y vieron la posibilidad de iniciar un proyecto así en su tierra. Lo consiguieron y ahora tienen un centro en el pueblo de Camprodón, en Girona.
Lía Domínguez, responsable de la Fundación Santuario Gaia, responde a las preguntas de EscapadaRural. Sostiene que el animal que impulsó el proyecto fue una cerda vietnamita de Valencia que necesitaba un hogar. Por aquel entonces no hacía demasiado tiempo que López y Fernández vivían juntos, pero aceptaron y acogieron a Palma –le pusieron ese nombre– en su casa de Mataró.
Allí tenían un pequeño jardín, aunque en él vivían otros inquilinos como ocas, gallinas y patos a los que también habían rescatado. Cuando Palma parió seis cerditos, se dieron cuenta que el espacio se les había quedado pequeño. “Comenzaron a buscar un terreno para empezar su proyecto. Encontraron uno en el Pirineo de Girona y al poco se mudaron, comenzando así el santuario Gaia”, mantiene Domínguez.

Durante mucho tiempo, la gestión estuvo en manos de los fundadores, con algunos voluntarios que echaban una mano de forma esporádica. Pero ahora hay un equipo de nueve trabajadores, además de los voluntarios, que mantienen la actividad. “Es mucho el trabajo diario que hay, tanto a nivel de campo como de gestión del santuario. Sin un equipo fijo y formado no sería posible”, explica Lía Domínguez.
Hay varios modelos de voluntariado. Por un lado, están los esporádicos, que pasan el día allí y después regresan a sus casas, pero tienen que mantener un compromiso de ir al menos un día al mes durante un año. Por otro lado, están los voluntarios que se apuntan al plan de ‘larga duración’, en el que están un mínimo de dos semanas (periodo de prueba) y un máximo de tres meses. Viven en el santuario durante todo ese tiempo y, entre otras actividades, hacen un curso de formación de animales considerados de granja. Además, también hay un programa de voluntariado europeo con sus requisitos y condiciones particulares.

-¿Cuántos voluntarios (tanto eventuales como de larga duración) han pasado hasta ahora por las instalaciones del santuario?
Es difícil saberlo con exactitud, pero puede que por aquí hayan pasado unos 200 voluntarios. No solo de España, también de otros países de Europa y de Sudamérica.
-¿Y a cuántos animales han ayudado hasta ahora?
Ahora mismo viven 528 animales en el santuario, pero a lo largo de estos 13 años hemos ayudado a más de 2.000.
-¿Cómo es el proceso de localización de los animales que necesitan ayuda? ¿Les avisan o tienen algún equipo de búsqueda?
Todos son a través de avisos. Muchos son de particulares que se encuentran un cordero o un cerdito en la montaña, solos, y nos avisan para acogerlos. Pero desde hace unos años la mayoría vienen a través de decomisos de las autoridades por granjas que cierran o por situaciones de maltrato. También de muchos ayuntamientos que nos piden ayuda para los animales considerados de granja que aparecen en sus municipios. Este hecho es muy importante, ya que hace unos años estos animales eran enviados directamente al matadero y ahora buscan otras opciones más éticas, lo que indica un gran avance en la sociedad.

-¿Cuántos socios tienen actualmente? ¿Es sostenible económicamente o aún necesitan más aportaciones?
Actualmente hay unos 2.500 socios y padrinos, además de las personas que colaboran puntualmente con donaciones. Otra base muy importante es la plataforma Teaming, a través de ella la gente puede colaborar con 1 euro al mes. No recibimos ningún tipo de ayuda de instituciones, salvo una subvención de la dirección general de derechos animales dirigida a entidades de cuidado de animales. Cada año se puede solicitar para ayudar con los gastos veterinarios, aunque no sobrepasa de los 3.000 euros.
Siempre hemos tenido muy en cuenta nuestros recursos y hasta dónde podíamos llegar, gestionando con cabeza. A medida que fuimos recibiendo más aportaciones, el santuario fue creciendo y rescatando más animales. Aunque nunca olvidamos que lo importante es que los que ya viven con nosotros estén en las mejores condiciones, por eso no sobrepasamos los recursos que tenemos.
-Detrás de cada animal hay una historia, ¿hay alguna que haya sido especialmente conmovedora?
Creo que la más conmovedora y la que más ha llegado a la gente y a nosotros ha sido la historia de Samuel, un toro que ya falleció pero que es un icono del santuario. Samuel fue el primer toro que llegó, en el 2012. Era de la raza frisona, la raza de vacas que se explotan por su leche.
Provenía de una granja de la provincia de Girona y, al ser macho, no era necesario en la explotación, ya que solo se quedan a las hembras. Los machos son desechados al poco de nacer, no son rentables. Mucha gente piensa que las vacas dan leche porque sí, pero para eso tiene que estar embarazada y dar a luz, igual que cualquier mamífera. Por ello, las vacas son inseminadas cada año para tener un ternero y sacarles leche para los humanos hasta que su producción baja y son enviadas al matadero.

Una activista nos avisó de que en una granja de Girona estaban dispuestos a darnos un macho que había nacido y así salvarlo. Cuando fuimos a por él estaba en una caseta separado de su madre (es lo habitual cuando nacen para que no tomen la leche de la madre), pero la sorpresa es que eran dos hermanos.
El granjero solo nos daba a uno de ellos y teníamos que elegir. Era un momento muy duro porque salvábamos a uno pero condenábamos al otro, así que sin pensarlo íbamos a coger al que parecía más sano, pensando que tenía más posibilidades de sobrevivir. Pero al entrar en el recinto donde estaban, Samuel se levantó y vino hacía nosotros, lo que consideramos una señal. Fue a él al que nos llevamos, con el corazón roto por dejar a su hermano, del que nunca nos hemos olvidado. Samuel estaba enfermo y nos costó mucho que se recuperara, pero era fuerte y al final, con tratamientos adecuados y muchos cuidados, se convirtió en un toro enorme, siendo la imagen del santuario.
-¿Han tenido algún tipo de conflicto con dueños de animales rescatados o grupos que no estén de acuerdo con su labor (por el motivo que sea)?
Desde el principio hemos tenido conflictos con cazadores y ganaderos. Nosotros hacemos lo opuesto a ellos. Nosotros queremos mostrar al mundo que los humanos pueden vivir sin necesidad de usar ni explotar a otros seres vivos, que todos tienen el derecho a vivir igual que nosotros. Hay un término, el especismo, que significa que los humanos nos creemos superiores al resto de especies del planeta, cuando no es así.
Cazadores y ganaderos nos han visto como una amenaza desde siempre, seguramente más porque cuestionamos maneras de vivir ‘de toda la vida’, lo que no quiere decir que sean mejores.

-¿Está la sociedad cada vez más concienciada sobre la importancia del cuidado y respeto a los animales o aún queda mucho?
En estos 13 años hemos visto un cambio positivo en este aspecto. Lo que hace años era imposible ahora es cada vez más normal. Un ejemplo es la relación con el departamento de ganadería, del cual dependemos. Cuando comenzamos no entendían el proyecto, era incomprensible para ellos y tuvimos muchas tensiones. Ahora somos un modelo de ética animal, poniéndonos como ejemplo y colaborando con nosotros. Cuando tienen que hacer un decomiso, o hay alguna irregularidad en alguna granja, nos solicitan acogida. Antes la vía era el sacrificio.
También un parámetro positivo es el aumento de oferta en alimentación vegana que podemos encontrar, lo que quiere decir que el número de personas veganas ha aumentado mucho. Creo que la gente cada vez mira más horrorizada el trato que damos a los animales, las condiciones en las que viven para ser explotados y convertidos en alimentos. Ante este horror muchas personas no pueden dejar de cuestionarse si es ético este trato y el consumo de animales, adoptando otra manera de vivir más empática y sin violencia.
-¿Cuál es el futuro de la Fundación? ¿Qué objetivos tienen?
Esperamos seguir creciendo, lo que supone seguir rescatando más animales. Nuestro objetivo siempre es el mismo, mostrar a la sociedad que una vaca, un cerdo o una oveja son lo mismo que el perro o el gato que forma parte de millones de familias, que no hay diferencia, y a partir de aquí poder hacer el cambio. Por eso es muy importante contar las historias de los habitantes del santuario, ya sea desde las redes sociales o diversificándonos dando charlas y organizando actividades. Aún queda mucho trabajo por hacer.
*Para quienes estén interesados en visitar el Santuario Gaia, Lía Domínguez comenta que: «Hacemos visitas cada domingo desde abril hasta finales de octubre, bajo petición en grupos reducidos como mucho de 15 personas. Damos prioridad a los colaboradores pero, si no se llena, puede apuntarse más gente».
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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