Hay un lugar en Asturias, un pequeño lugar, donde el que sería uno de sus reyes más importantes del país puso por primera vez su pie al llegar a España. Venía de Gante y no se le esperaba allí, en Tazones, sino mucho más al este. Hablamos nada más y nada menos que de la llegada a España de Carlos I, que sería más tarde también Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y montón de cosas más.
Había nacido en Gante en el año 1500 y tenía 15 años cuando, el 23 de enero de 1516, murió Fernando el Católico. Él era su nieto, así que le correspondía la sucesión al trono.. Carlos era el primer hijo varón de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla. Ya saben, la conocida como Juana la Loca, que era hija de los Reyes Católicos.
Felipe el Hermoso había muerto en 1506 y la pobre Juana estaba recluida en Tordesillas. Esto hizo que los reinos de los cuatro abuelos de Carlos acabaran en sus manos. Y hablamos de dominios en lo que hoy es España, en el Nuevo Mundo, en Italia, en Flandes y en parte de Alemania, además de un puñado de títulos y honores.
La corte de Carlos esperaba llegar a Santander
Después de dejar la situación encauzada en su tierra natal, y cerradas ciertas alianzas que dieran tranquilidad allí, era el momento de que Carlos visitara sus territorios en España. Llevaba un año y medio como rey y si no quería perder el poder, debía ejercerlo. El 8 de septiembre de 1517 Carlos se hizo a la mar y puso rumbo a la península ibérica, acompañado de un número enorme de hombres y mujeres de su corte. Esperaban llegar a las costas santanderinas, sanos y salvos, en seis días. Pero nada de eso ocurrió. Ni llegaron a Santander, ni llegaron sanos y salvos, ni lo hicieron en menos de una semana.
Los vientos soplaron en contra y ralentizó la travesía. Esto hizo que no llegaran en seis días. Además, una tormenta especialmente fuerte causó que se desviaran de su rumbo, lo que los llevó lejos de Santander. Por último, un fuego en uno de los barcos hizo que este se hundiera y se llevara al fondo con él la vida de 160 personas. Lo que decíamos. Ni donde querían, ni cuando querían, ni todos los que venían.
El 19 de septiembre, unos cuántos días más tarde de lo previsto cuando dejó Flandes, la flota completó su viaje. Al final Carlos avistó España no frente a Santander, como estaba previsto, sino frente a Asturias. Concretamente aparecieron unos 40 enormes barcos frente a la costa de Tazones, un pequeño pueblo donde se armó un pequeño lío al ver lo que había en el mar.
La gente de Tazones tomó la flota como enemigos
No estaban advertidos de la llegada, como era natural, y los hombres y mujeres locales tomaron la visita como un ataque de algún enemigo, quizás Francia o incluso de los turcos. Sabiendo que no había rey en España, temían que los enemigos aprovecharan esa situación para atacar e incluso conquistar el país.
Ojo que iban equivocados tanto unos como otros, porque según parece, los pilotos de la flota pensaron que estaban frente a Vizcaya. Los primeros momentos de hostilidad de los lugareños se disolvieron cuando bajaron a tierra algunos hombres de la corte y se aclaró todo. Quiénes eran, los de tierra y los que llegaban por mar, y dónde estaban estos últimos. Llegaba nada menos que el rey.
Ante esta situación, los consejeros reales dudaron si continuar por mar hasta donde se les esperaba, o bajar a tierra. Pero las condiciones del mar y especialmente del viento, que no era favorable para poner proa a Santander, los llevaron a decidirse por usar aquella zona de Tazones y Villaviciosa como lugar de desembarco.
Aclarado todo, el rey y toda su corte fueron llevados a tierra en pequeñas barcas por la ría de Villaviciosa. Y así fue cómo Carlos I puso su pie por vez primera en la península ibérica y pasó su primera noche en España. Desde luego, no era el recibimiento que él esperaba y no era el recibimiento que estaba preparado, aunque había cierta discreción por temor a los enemigos del rey.
Aquella primera noche se tuvo que improvisar una cena para la colección de bocas reales. Toda la vajilla y los enseres de cocina de la corte seguían a bordo de los barcos, así que no había posibilidad de muchos lujos.
El rey pasó cuatro días en Villaviciosa
El rey estuvo cuatro días en Villaviciosa mientras se reunían los carromatos y bestias de tiro necesarias para el viaje hacia el centro de España. Tazones es una parroquia de Villaviciosa, por eso parece que el rey Carlos I desembarcó en Tazones pero pernoctó en Villaviciosa, en la casa de Rodrigo de Hevia. Imaginen a este hombre, que de buenas a primeras se vio con el rey metido en su casa.
Los barcos, cargados con todos los trastos de la corte, se movieron por la costa hacia el este. Pero Carlos I ya debía estar harto de mar y siguió el camino por tierra. De Villaviciosa la comitiva real fue moviéndose por la costa también hacia el este, pasando por Colunga, Ribadesella, Llanes… hasta cambiar al sur y pasar por el paso del Pozazal, en Cantabria, hacia la meseta.
Aquel viaje por la costa tampoco estaba preparado, como es lógico, por lo que las improvisaciones con respecto a los alojamientos y rutas fueron moneda corriente. Y hay que tener en cuenta que el rey no se movía solo, sino que por mínima que fuera la corte que lo acompañara, seguro que pasaba del centenar de personas en procesión.
Por cierto, cada año, a mediados del mes de agosto, se conmemora este hecho de septiembre de 1517 con una recreación de aquellos hechos en Tazones. Dado que no fue sólo el rey el que llegó a Tazones como hemos visto, sino toda una corte, la fiesta da pie a muchos vestidos de época y a la participación de un buen número de personas.
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1 comentario
Me encantó!!!