La resiliencia, un término muy utilizado en los últimos tiempos, es la capacidad del ser vivo para adaptarse a una situación adversa. Y si hay que buscar una población que sirva de ejemplo, la del municipio de Garachico es la perfecta. En este pequeño rincón de la costa noroeste de la isla de Tenerife ha pasado de todo: desde plagas de langosta (en realidad, las ha sufrido todo el archipiélago), peste, inundaciones, ataques de piratas o incendios son ingredientes de su historia, aunque fue la erupción del volcán Trevejo la que marcó un antes y un después en la ciudad.
Garachico fue fundada en el siglo XVI, exactamente en 1496, cuando los conquistadores españoles llegaron a las Islas Canarias. En concreto, fue el banquero Cristóbal de Ponte, originario de Génova, al que se le atribuye la fundación de la localidad. En sus inicios, la ciudad tenía un papel crucial como puerto de exportación para el azúcar, que en ese momento era un producto de gran demanda en Europa y también para el vino. Este auge económico llevó a la construcción de majestuosas mansiones y palacios, que aún se pueden apreciar en su arquitectura colonial.
Pero esos edificios que se mantienen en pie son solo algunos de los que se salvaron de la tragedia volcánica de 1706, cuando la erupción del Trevejo dejó una devastación considerable. Los ríos de lava se abrieron paso por las calles y destruyeron gran parte del puerto, incluyendo alrededor de 27 barcos atracados en ese momento. Aquel era el músculo económico del municipio y tras su desaparición los navíos comenzaron a atracar en otros puntos de la isla como Puerto de la Cruz.
Sin embargo, de ahí que su población sea un ejemplo de resiliencia, Garachico siguió adelante y a día de hoy es uno de los lugares más interesantes de Tenerife por muchos aspectos, entre ellos, sus piscinas naturales conocidas como El Caletón. Formadas por piedra volcánica, por sus recovecos se cuela el agua del Atlántico que generan espacios en los que disfrutar del baño. Actualmente tienen escaleras para facilitar el acceso, duchas, aparcamiento y hasta un chiringuito.
A su lado está el castillo de San Miguel, que data del siglo XVI y fue construido para salvaguardar el lugar de las incursiones de los piratas por orden de Felipe II. En frente se puede ver el Roque de Garachico, un Monumento Natural que se formó con la erupción de 1706 y es todo un símbolo de la localidad.
Un pueblo al borde del mar
Garachico está lleno de ejemplos de arquitectura civil canaria. Uno de los más emblemáticos es el palacio de los Condes de la Gomera, también conocido como la casa de piedra, que actualmente es un espacio de arte. Construida con piedra volcánica en el siglo XVI por encargo de Juan Bautista de Ponte y Fonte, destaca por su fachada de cantería. Fue uno de los edificios afectados por la lava del Trevejo y tuvo que ser rehabilitado, convirtiéndose así en uno de los símbolos de la resistencia del municipio.
Entre sus edificios religiosos destaca la iglesia de Santa Ana, también construida en el siglo XVI, por orden de Cristóbal de Ponte. De ella destaca el artesonado mudéjar de su interior y sobre todo el Santísimo Cristo de la Misericordia, realizado por los indios Tarascos de México con la técnica de la pasta de maíz.
La historia cuenta que cuando en mayo de 1706 explotó el volcán, los habitantes sacaron esta talla en procesión y la erupción paró. Es uno de los ‘cristos de maíz’ que hay repartidos por el archipiélago como el Santísimo Cristo de Telde en Gran Canaria o el Santísimo Cristo de la Salud de Los Llanos de Aridane.
Los aficionados a la fotografía (y a subir fotos de sus viajes en las redes sociales) tienen un auténtico reclamo en El espigón del Infierno, situado en el puerto pescador de Garachico. Se trata de la escultura minimalista del artista japonés Kan Yasuda llamada Tensei Tenmoku (algo así como ‘puerta sin puerta’ en castellano). Una pieza de arte minimalista compuesta por dos cuadrados realizados con mármol de carrara.
En un principio, el lugar de la escultura iba a ser la rambla de las Tinajas en Santa Cruz, pero cuando el artista envió su obra desde Italia, el alcalde decidió no colocarla y estuvo un año guardada en el muelle. Finalmente se acordó su actual ubicación, que dejó muy complacido al autor.
Uno de los centros neurálgicos de Garachico es la plaza de la Libertad, el lugar en el que pararse a tomar algo después de un buen baño o un paseo por sus calles. En ella, además de un kiosko donde pedir las consumiciones, hay una estatua dedicada a Simón Bolívar. Muchos garachiquenses emigraron a Venezuela en busca de una vida mejor y el ‘Libertador de América’ podría ser descendiente de alguno de ellos.
Y antes de retirarse a comer papas arrugadas con mojo y beber vino canario, otras dos recomendaciones. Una de ellas es el parque de la Puerta de Tierra, donde se puede ver una puerta de piedra que simboliza la entrada al puerto original de Garachico previo a la erupción que lo cambió todo. Y otra es el mirador El Emigrante, llamado así en honor a los hombres y mujeres que dejaron su tierra en busca de trabajo, que también están representados en la escultura del artista Fernando Ramos erigida en el lugar. Desde allí se puede ver todo el municipio con el Roque al fondo, las piscinas y la amplitud del océano en su esplendor.
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1 comentario
El roque de Garachico no tiene vínculo ninguno con la erupción de 1706.Cuando llega De Ponte, el Roque ya ocupa su sitio actual.