El gusto por la buena gastronomía es uno de los rasgos que caracteriza a España. Casi en cada rincón del país hay un producto típico que merece la pena degustar: el zorongollo en Extremadura, la fabada en Asturias, los torreznos en Soria, las tortitas de camarones en Cádiz, la tortilla en Betanzos, el pisto manchego, el salmorejo en Córdoba, la esqueixada en Cataluña, el mojo en Tenerife, el farinato en Salamanca, la morcilla en Burgos, los melocotones en Calanda, los callos en Madrid o la ensaimada en Mallorca. Estos son solo algunos y los más conocidos, porque la lista podría ser mucho más larga y rebuscada.
En esa lista de riquezas gastronómicas también hay lugar para las bebidas porque para brindar antes, durante o después de la comida siempre hay que estar preparados. No todos los brebajes tradicionales llevan alcohol, pero en esta ocasión el recorrido es ‘espirituoso’ (es decir, con graduación). La siguiente lista atiende a aquellos licores con indicación geográfica protegida (IGP) y es perfecta para organizar una ruta de punta a punta del país empinando el codo, con moderación. Ahí van los licores más típicos de España. ¡Chin-chin!
Andalucía
Brandy de Jerez: es uno de los productos más conocidos de la comunidad autónoma y se elabora en la DO Marco de Jerez, que abarca las localidades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda. No solo por su sabor, sino porque su historia también es curiosa aunque no se sabe muy bien cuándo empezó. El dato más certero es que el brandy nació de forma no premeditada, por casualidad.
Se dice que allá por el siglo XIX, un comerciante holandés viajó hasta la región francesa de Cognac para comprar vinos. Para abaratar los costes del transporte tuvo una idea para hacer vino concentrado, pero su plan se torció y el producto se quedó en Francia dentro de las barricas de madera (conocidas ahora como Sherry Casks) en las que lo había metido. Pasados unos cuantos años, un marinero abrió una de ellas para ver qué tenía dentro y se convirtió en la primera persona en probar el brandy.
Asturias
Aguardiente de sidra: si bien la bebida más famosa de esta comunidad cantábrica es la sidra natural, hay otro producto que aparece en el listado que tiene la IGP. Se trata del aguardiente de sidra, que se elabora con la destilación exclusiva de la sidra natural y puede llegar a alcanzar un contenido en alcohol etílico mínimo de 37,5º en volumen en el momento de llevarlo a la venta (aunque puede rebajarse).
Este aguardiente puede ser fresco (reposo mínimo de un año en vidrio o acero inoxidable) o envejecido (reposo de al menos tres años en contacto con madera). Se trata de una bebida transparente, con aroma intenso con notas de manzana y un sabor intenso que recuerda –lógicamente– al de la sidra natural.
Cataluña
Ratafía catalana: este es un licor que se elabora con nueces verdes y se aromatiza con hierbas que se recogen de los bosques catalanes. Es una de esas bebidas que se categorizan como ‘digestivas’ y antiguamente era habitual ofrecérsela a los visitantes en las casas. Aún hoy se sigue elaborando de manera artesanal y, de hecho, en algunas localidades como Santa Coloma de Farners hay cofradías que ofrecen talleres para aprender a hacerla.
Los pasos, muy resumidos, son los siguientes: las flores aromáticas se recogen en junio y se meten en un bote de cristal con una base alcohólica de 25 o 30 grados junto a las nueces y otras especias al gusto antes de cerrarlo y dejar que macere dos o tres meses. El siguiente paso es el doble ‘colado’: primero se filtra por un colador metálico y después por un filtro de tela. Se comprueba el nivel de alcohol, se mezcla en un recipiente con un sirope elaborado con agua y azúcar y se embotella.
Islas Baleares
Palo de Mallorca: se trata de un licor elaborado a partir de la maceración de quina (corteza de árboles del género Cinchona) y genciana (raíces de Gentiana lutea) en una solución hidroalcohólica a la que se añaden azúcar, azúcar caramelizado y alcohol etílico de origen agrícola. Su graduación alcohólica mínima es de 25% en volumen y la máxima de 36% en volumen.
Es un líquido oscuro, casi negro, de sabor dulce aunque con un regusto muy amargo y un aroma a caramelo que puede recordar al regaliz. Es bastante denso y ardiente, atención.
Navarra
Pacharán: según su consejo regulador, el pacharán se consume en Navarra desde la Edad Media y, de hecho, estuvo presente en el menú de la boda entre el noble Godofre de Navarra, hijo natural del rey Carlos III y Doña Teresa de Arellano en el año 1415.
En un inicio, como ocurrió con el palo de Mallorca, se utilizaba como producto medicinal (por lo visto, la reina Blanca de Navarra tomó pacharán cuando cayó enferma en el Monasterio de Santa Maria de Nieva en 1441) pero evolucionó con el tiempo hasta su forma de consumo actual. Hoy en día, es un licor muy popular más allá de las fronteras de su comunidad de origen y es habitual escuchar “póngame un pacharán” en cualquier bar del país.
Comunidad Valenciana
Aperitivo Café de Alcoy: este espirituoso se obtiene de la maceración de café de tueste natural en alcohol neutro de origen agrícola. Tiene un nivel de alcohol entre 15% y el 25% en volumen, huele y sabe muy fuerte a café (obvio) y su coloración es oscura, transparente. Siempre se ha de utilizar “Coffee Arabica” en cualquiera de sus variedades para hacerlo, no vale otro y en ningún caso puede ser torrefacto.
La primera referencia documentada a este licor se remonta a 1844 y está relacionada con las fábricas de la industria textil, una actividad clave en Alcoy. Según el ministerio: “los trabajadores de las fábricas acostumbraban a llevar un recipiente de latón lleno de café, que tomaban para mantener la atención. Durante las épocas de frío, le añadían unas gotas de aguardiente de caña, ron o brandy, para combatir las bajas temperaturas”. Ahí se descubrió el potencial de la mezcla una vez se enfriaba y se dejaba reposar. Poco a poco se popularizó y hasta el día de hoy.
El Monasterio de Piedra, el origen del chocolate a la taza en Europa
El cacao llegó a España desde América en 1534 por un monje que acompañó a Hernán Cortés. Y el primer chocolate a la taza en Europa se elaboró en el Monasterio de Piedra