Para los que se despiertan antes de que salga el sol y para los que esperan su marcha. Las Islas Canarias son un archipiélago privilegiado para contemplar estos espectáculos naturales que se dan, por suerte, todos los días.
Los escenarios para la salida y para la puesta son sobrecogedores. El escritor Miguel de Unamuno habló de la “tempestad petrificada” de los paisajes de Gran Canaria, donde vivió durante un mes; las costas sinuosas de Tenerife nos despertarán la melancolía; las playas de arena negra de La Palma nos sorprenderán; y los campos de vides de La Geria en los suelos volcánicos de Lanzarote nos seducirán.
Nos esperan enclaves paradisíacos desde los que tendremos un mirador único para ver amaneceres y atardeceres de ensueño en cada una de las Islas Canarias. Por estas maravillas vale la pena madrugar y empezar la jornada con ganas y con alegría o hacer un alto durante la tarde para ver el ocaso del día de una forma muy especial.
Parque de Los Lavaderos en El Sauzal, en Tenerife
Son unos antiguos lavaderos del pueblo que han sido rehabilitados para integrarlos en un gran espacio verde de ocio de 8.000 metros cuadrados, con paseos, jardines con flora autóctona y foránea, cascadas naturales y artificiales, lugares de descanso y miradores. Muy apreciado por locales y turistas.
Desde aquí podremos contemplar la zona norte de Tenerife, donde destaca el majestuoso volcán del Teide, que es Patrimonio de la Humanidad. Un lugar privilegiado para admirar el atardecer, con un juego de sombras y luces entre el mar y el cielo.
Roque Nublo, en Gran Canaria
Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria son otro conjunto isleño que está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y no es para menos: cuenta con una extensa red de miradores desde los que podremos conectar tanto con bonitos amaneceres como con enigmáticos atardeceres.
Uno de los puntos más recomendables es el Monumento Natural del Roque Nublo, con vistas que llegan hasta el volcán del Teide en la vecina isla de Tenerife. ¡Imagina cómo de limpio llega a estar el cielo en Canarias! Se sube por un sendero sin dificultad de 1,5 kilómetros hasta un monolito de 80 metros que nos espera con unas vistas impresionantes a la Caldera de Tejeda.
La Geria, en Lanzarote
En el siglo XVIII se produjeron erupciones de larga duración -¡hasta seis años!- que arrasaron con una cuarta parte de Lanzarote. Lo que en su momento fue una tragedia, con el tiempo derivó en la creación de uno de los espacios más singulares del mundo: el Paisaje Protegido de La Geria.
Hoy es un punto mágico para contemplar el amanecer y el atardecer: ante nosotros se abren extensos campos de vides que aprovechan las propiedades de las tierras negras volcánicas y que están protegidas con muros semicirculares de piedra. Un paisaje rural de gran belleza que alimenta el alma en el municipio de Yaiza.
El Cotillo, en Fuerteventura
Para algunos, el mejor atardecer de la costa española. La playa de El Aljibe de la Cueva es conocida por los surferos, pero también nos deja una panorámica paradisíaca para ver cómo cae el sol al final de la jornada en el océano Atlántico, con arrecifes, arena blanca y rocas de lava negra. Un cóctel de colores mágico.
El Cotillo está en el extremo noroeste de Fuerteventura y es una localidad conocida por su rica gastronomía donde el pescado fresco tiene gran importancia. Así que el plan es redondo: atardecer y cena junto al mar en un pueblo muy pintoresco.
Roque de los Muchachos, en La Palma
Si quieres ver un amanecer como nunca lo habías soñado y realmente sorprendente, no te pierdas la experiencia de madrugar y acercarte al Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, a 2.396 metros de altura, con un increíble mirador.
Estarás por encima de las nubes, lo que te permitirá admirar el maravilloso espectáculo de la salida del sol sobre un mar de algodón blanco. Se encuentra en las cumbres de la espectacular Caldera de Taburiente, en el norte de la isla de La Palma. También es un enclave imprescindible para ver bellos atardeceres y, cuando nos abraza la oscuridad, complementarlo con una actividad de astroturismo.
Valle Gran Rey, en La Gomera
Nos adentramos en una isla de intrincada orografía, una característica que explica que aquí perviva el Silbo, un lenguaje ancestral Patrimonio de la Humanidad con el que se comunicaban los gomeros para salvar la distancia entre los profundos barrancos cuando no había teléfono ni internet.
Aunque hay muchos lugares para contemplar preciosos amaneceres y atardeceres en La Gomera, destacamos Valle Gran Rey, con un gran espectáculo de colores. De camino, no puedes dejar de apreciar la panorámica del Mirador del Palmarejo. El ocaso del día podrás disfrutarlo desde la arena o tomando algo desde una terraza.
El Faro de Orchilla, en El Hierro
¿Sabías que en la Antigüedad se consideraba que aquí estaba el fin del mundo? De hecho, aquí permaneció el “Meridiano 0” hasta el siglo XIX, cuando se ubicó en Greenwich. Aunque sabemos que hay mundo más allá de El Hierro, todavía conserva un halo místico que podrás recrear viendo un amanecer o un atardecer desde el sobrecogedor silencio que reina en este faro y en el sobrecogedor entorno que lo rodea.
Las vistas son espectaculares: ante nosotros se abrirá un paisaje volcánico que, al alba, se va iluminando poco a poco, y cuando cae el sol, se va llenando de colores anaranjados, rosados, violetas y añiles.
Caleta de Sebo, en La Graciosa
Acabamos con uno de los dos únicos núcleos habitados de la más pequeña de las Islas Canarias, La Graciosa. Tiene un aire de lo más austero y rústico, con calles de arena, aún sin asfaltar, y preciosas casitas terreras de lo más auténticas.
Solo se puede llegar con embarcaciones desde el pueblo de Órzola, en Lanzarote, tras un breve trayecto de unos 25 minutos. Un buen lugar para ver atardeceres que pintan la naturaleza virgen de la isla con diferentes tonalidades de rojo y de naranja, y amaneceres que abren el día con una iluminación especial. La isla invita a conectar con la naturaleza en un entorno tranquilo.
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