Oda al botijo: los pueblos del frigorífico más sostenible

Escrito por

26.12.2025

|

6min. de lectura

Índice

Megabanner-Desktop
Megabanner-Mobile-y-Robapáginas
Un botijo en una casa de pueblo. Por Javier
Un botijo en una casa de pueblo. Por Javier

Hay electrodomésticos que podemos tener o no, que dependen de las modas o de los hábitos de consumo. Otros, en cambio, resulta impensable que no existan en una casa. Por ejemplo, el frigorífico. ¿Quién no tiene hoy día una nevera en casa, imprescindible para conservar alimentos y poder tomarnos una bebida fresquita en cualquier momento? Aunque parece impensable vivir sin ella, apenas lleva unos 50 años siendo un aparato común en la mayoría de los hogares de España.

Antes, especialmente cuando hacía mucho calor, ¿cómo lo hacían para beber algo fresco? Además de contar con gélidas fuentes de agua de manantial, había un elemento esencial que estaba en todas las casas y que no hacía distinción de clases sociales. Hablamos del botijo, un invento eficaz y sencillo de hace unos 5.500 años, que ha sido un compañero imprescindible durante décadas en el arco mediterráneo.

Niño bebiendo de un botijo. Por Ricardo Ferrando
Niño bebiendo de un botijo. Por Ricardo Ferrando

El botijo puede enfriar el agua 10-15 grados

Lejos de ser una reliquia rural del pasado, en la actualidad todavía se sigue utilizando en muchos hogares. Y es que, en un momento en el que hay que mirar hasta el último euro de la factura de la luz y nos preocupa el avance del cambio climático, no hay nada más barato y sostenible para enfriar el agua que una vasija de barro poroso. No consume electricidad y es reutilizable. ¿Qué más se le puede pedir?

Estando a 30 grados en el exterior, el botijo puede enfriar el agua unos 10 o 15 grados en una hora si las condiciones son favorables. Eso significa que no haya mucha humedad en el ambiente. Este misterio se explica por un proceso llamado enfriamiento evaporativo, que se produce al salir el aire por los poros del material. Además de necesitar un ambiente caluroso y seco para funcionar correctamente, es importante que el botijo tenga una arcilla porosa; los que están barnizados o pintados quedan muy bien en el mueble o en la vitrina, pero no sirven para enfriar.

Una persona lleva un botijo. Por pedro
Una persona lleva un botijo. Por Pedro

Hacerse “Botijo Lover” en Agost (Alicante)

Son muchas las casas, sobre todo en pueblos, en las que se sigue conservando algún botijo. Con la democratización de los frigoríficos, quizás ya no se use tanto como antaño, pero hay quien se resiste a perder una tradición tan barata como sostenible para enfriar el agua. En Agost, en Alicante, hace pocos años incluso llegaron a impulsar una campaña para volver a poner de moda este utensilio y revitalizar la artesanía local con el lema “Botijo Lover”.

El pueblo de Agost, en Alicante. Por norrie39
El pueblo de Agost, en Alicante. Por norrie39

Este municipio, enclavado entre campos de uva del Vinalopó, es muy conocido por su tradición alfarera milenaria, distinguida por su característico color blanco y por la elaboración de botijos utilitarios con arcilla local, como los “pera” o el “carretero”. Hacia 1960 tenía una veintena de fábricas dedicadas a su producción, que daban de comer a unas 400 familias. Hoy, solo quedan tres que se dedican a ello profesionalmente.

Un reflejo del esplendor de esta artesanía es el Museu de Cantereria d’Agost, ubicado en el edificio de una antigua fábrica de alfarería. En él podemos conocer las instalaciones originales, el horno de cocción, los tornos y las balsas de decantación del barro. Exhibe más de 4.500 piezas y la visita se puede complementar con la Ruta de la Alfarería en el pueblo, que pasa por los talleres que siguen activos.

La mayor colección de botijos del mundo, en Toral de los Guzmanes (León)

Museo del Botijo de Toral de los Guzmanes. Por Milartino - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18765831
Museo del Botijo de Toral de los Guzmanes. Por Milartino

Un destino botijero que está en el libro “Guinness World Records” es Toral de los Guzmanes, en León. ¿El motivo? Tiene la mayor colección de botijos del mundo: en la actualidad roza los 3.000. Se pueden ver en el Museo del Botijo Español, que ofrece visitas guiadas, y que está en el castillo-palacio de los Guzmanes, una construcción medieval del siglo XIII.

La colección es privada, pertenece al riojano Jesús Gil Gibernau, quien la ha cedido al ayuntamiento del pueblo. En ella hay botijos de varias épocas y procedencias, pues abarca todas las provincias españolas. Los hay de diferentes formas, colores, tamaños y motivos ornamentales. Algunos son muy curiosos como los botijos trampa, del cura, nevera, de novia, de pozo y hasta “de ricos”, como se llamaba a los que eran de cristal.

La fiesta alrededor del botijo en Argentona (Barcelona)

Fira del Càntir en Argentona. Por Alberto-g-rovi - Treball propi, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27622083
Fira del Càntir en Argentona. Por Alberto-g-rovi

En el municipio de Argentona, en Barcelona, la alfarería es tan importante que tienen incluso una fiesta dedicada a esta artesanía: la Festa del Càntir, que se celebra el 4 de agosto. Cuenta la tradición que su historia se remonta al siglo XVII, cuando una grave epidemia empujó a los habitantes del pueblo a pedir ayuda al protector de las aguas, Santo Domingo.

Se llegó a decir que el líquido de su fuente tiene poderes curativos, siempre y cuando se llene en un cántaro totalmente nuevo. Los alfareros se frotaron las manos y rápidamente se popularizó su artesanía en la zona. En 1951, se hicieron 200 ejemplares; en el año 2000 se llegaron a vender 9.000. En la actualidad, cada año se reproduce un modelo de botijo diferente para la celebración, que cuenta con buena acogida del público.

Además, en Argentona está el Museu del Càntir, con gran variedad de ejemplares que van de la Edad de Bronce a elaboraciones de Picasso, pasando por colecciones de cerámica de bóveda de los siglos XIV al XVIII, del XIX, y un buen muestrario de vasijas de estilo popular y tradicional del siglo XX hechas con barro.

La colección de botijos más antigua de la península ibérica, en Villena (Alicante)

Castillo de Villena. Por F.C.G.
Castillo de Villena. Por F.C.G.

Volvemos a tierras alicantinas para conocer otra parada imprescindible de la alfarería: el Museo del Botijo Pablo Castelo Villaoz, en Villena. Es una exposición privada que alberga la colección de botijos más antigua de la península ibérica. Tiene más de 1.600 ejemplares procedentes de diversas partes del mundo, hechos con diferentes materiales (cerámica, madera, metal) y formas (antropomorfas, zoomorfas, arquitectónicas). Como curiosidad, el museo está en la casa de su fundador, que ha conservado buena parte de su estructura original. Para visitarlo, se requiere reserva previa.

Raquel Andrés

Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.

Comentarios

Si te gusta escaparte, te gustará nuestra newsletter

Te enviamos recomendaciones personalizadas para que tu próxima escapada sea inolvidable. ¿Te unes?

Montaña de Montserrat, en Barcelona.