Escenario de aquelarres, desembarcos piratas y rodajes de series legendarias, San Juan de Gaztelugatxe se ha convertido en los últimos años en uno de los lugares más especiales de la costa vasca y, sin duda alguna, en el más visitado.
Pero, ¿sabías que Portugal tiene su propio Gaztelugatxe? Se encuentra al norte de Lisboa, haciendo cosquillas a la peculiar nariz que adorna el mapa del país vecino. Son las Islas Berlengas, un enclave con mucha historia, por el que navegaron fenicios y romanos: el último paraíso portugués por descubrir.
Tildar a las Islas Berlengas del “otro Gaztelugatxe” puede sonar un poco pretencioso, pero lo cierto es que la recortada silueta del fuerte de la Berlenga Grande se parece mucho al sinuoso islote de Bermeo. En las Berlengas no hay capilla, pero sí un faro, un antiguo fuerte y hasta varias playas.
¿Te vienes a las Islas Berlengas?
¿Dónde están las Islas Berlengas?
Para localizar las islas debemos situarnos al norte de Lisboa, en Peniche, un territorio que alguna vez fue una isla y que hoy está unida a tierra firme formando una peculiar península. En su extremo más occidental encontramos el cabo de Carvoeiro y a sólo seis millas de distancia, la Reserva Natural de las Islas Berlengas.
Las Berlengas son tres: Berlenga Grande, formada por rocas magmáticas, y dos pequeños arrecifes gemelos llamados Estelas y Farilhoes. Debido a su ubicación el acceso está limitado a unos cientos de personas al día; se puede llegar a ellas por mar (o por aire, una opción imposible para el común de los mortales) y, en realidad, sólo la primera es visitable, la Berlenga Grande.
En 2011 las Berlengas fueron reconocidas por la UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera, que no es poco, por la importancia de sus ecosistemas terrestres y marinos. La reserva terrestre consta de 104 hectáreas y la marina de 10, ambas refugio de numerosas aves y un estupendo lugar para la observación ornitológica.
Consejos prácticos para visitar las Berlengas
Conviene informarse a fondo antes de viajar a estas islas de acceso restringido y clima inestable. La mejor época para visitar las Berlengas coincide con los meses de verano, junio, julio y agosto, cuando el tiempo acompaña y las corrientes y fuertes vientos típicos de esta zona del Atlántico aún tardarán en aparecer. Un momento perfecto para aprovechar y tumbarse al sol en sus playas o en las de la cercana Peniche.
El acceso a las Islas Berlengas se hace en barco desde el muelle de Peniche Marina. Es recomendable comprar los tickets por adelantado, ya que sólo se permiten el paso de 350 personas diarias a la isla y quizá te quedes sin acceso.
Si tu idea es recorrerlas por tu cuenta, adelante, es posible. Para ello deberás adquirir un billete de ferry, que te dejará en Berlenga Grande tras 45 minutos de trayecto y tendrás unas tres horas para explorar la isla a tu aire, siempre observando las normas obvias de visita (no dejar basura, transitar sólo por los senderos habilitados, no ofrecer comida a las aves u otros animales). Los barcos sólo funcionan de mayo a septiembre debido a los grandes temporales que se levantan en Berlengas en otras épocas del año.
Si prefieres hacer una visita organizada ten en cuenta que son varias las agencias que hacen excursiones completas a las islas y que algunas disponen de barcos con suelos de cristal para observar el fondo marino. Además de mostrarte los lugares más importantes, hacen recorridos por las numerosas grutas y cuevas que ofrece la mayor de las islas.
Calzado cómodo, ropa adecuada (incluye en tu mochila bañador y también ropa de abrigo), agua en abundancia, protección solar y alma exploradora es todo lo que necesitas para emprender esta aventura isleña.
Eso sí, también hay que pensar dónde alojarse si quieres pasar más de un día en la reserva, y esto tampoco hay que dejarlo al azar. Peniche puede ser un buen lugar para hacer base, pero ¿qué te parecería dormir en la celda de una antigua prisión? Sí, además de disponer de un camping gestionado por el Ayuntamiento de Peniche, las Berlengas ofrecen un peculiar alojamiento situado en el Forte de Sao Joao Baptista. Sigue leyendo, que enseguida te lo cuento al detalle.
Berlenga Grande, la única isla visitable del paraíso luso
Decíamos que Berlenga Grande es la mayor de las islas y la única que se puede visitar. Ocupa dos tercios de la reserva natural terrestre y, aunque parece pequeña, merece un par de días para disfrutar de todas sus maravillas.
La primera imagen que te encontrarás cuando el barco arribe a la isla es la de un grupo de casas blancas que se disponen de forma escalonada a lo largo de una de sus paredes. Es el barrio de pescadores Comandante Andrade e Silva, construido en 1941 para albergar a los pescadores que llegaban a la zona y que se refugiaban hasta entonces en las cuevas. Imagina el frío y la incertidumbre de estos hombres al tener que dormir en cuevas húmedas y sospechosamente inseguras…
Hoy en día, y aunque parezca un lugar inhóspito donde vivir, son varios los pescadores que siguen habitando esas viviendas, o que las alquilan a otros pescadores profesionales: al ser un espacio protegido no pueden usarse como oferta turística.
¡Ojo! Apunta el barrio porque tarde o temprano tendrás que pasarte por allí, ya que en él están los únicos baños públicos gratuitos de la isla, el único restaurante, un pequeño edificio llamado Castelinho donde comprar comida y bebida, y el centro de visitantes donde recabar información para completar tu paso por la isla.
Justo al desembarcar, además del barrio, verás una pequeña playa de aguas verdosas de gran belleza, a la que se llega por una pasarela. Es la playa de Carreiro do Mosteiro, la más popular por su cercanía al embarcadero. Pero hay otras dos: la playa do Forte y la playa Cova do Sonho, igualmente bonitas a rabiar.
Si en lugar de quedarte en la playa, un plan muy tentador, sigues tu paseo por los senderos habilitados, hallarás el faro del Duque de Bragança, una construcción de 1836 situada a 112 metros sobre el nivel del mar que a simple vista parece bastante anodina. Sin embargo, guarda una curiosidad, la de ser el único faro portugués que funciona con energía solar. No son las únicas placas solares que verás en la Berlenga Grande pues el barrio de pescadores también se alimenta de este sistema para generar energía y sus grandes placas solares se ven desde la lejanía.
Un apunte. A veces y sólo a veces, es posible subir al faro aunque no es algo predecible. Basta con preguntar al farero y tener suerte. ¡Inténtalo!
El forte de Sao Joao Baptista: de cárcel a hotel
Llegamos al plato fuerte de este viaje de ensueño a las Berlengas, unas islas extraordinarias en medio del Océano Atlántico portugués con las que, probablemente, no contabas. Pero allí están. Y su imagen más característica es la del forte de Sao Joao Baptista, esa antigua fortaleza cuya silueta y ubicación nos recuerda tanto a San Juan de Gaztelugatxe.
En este fuerte no hay una capilla como en el islote vasco, si no un antiguo baluarte defensivo del s. XVII alzado sobre una gran roca para defender la costa portuguesa de los ataques por mar. Su llamativa planta octogonal y, sobre todo, su espectacular y estrecho puente de piedra, que lo une a la isla mayor, es una de las estampas más hermosas y originales que te llevarás de este viaje.
El fuerte de San Juan Bautista vivió todo tipo de odiseas hasta llegar a nuestros días. Fue sede de la Orden de San Jerónimo, atacado por los españoles en 1667, destruido por completo, reconstruido, usado como prisión hasta el s. XVIII y abandonado a principios del XIX.
En la actualidad es…¡un albergue para turistas! Gestionado por la Asociación de Amigos de las Berlengas, tiene capacidad para 50 personas, cocina compartida (llévate la comida que en las Berlengas no hay tiendas) y un precio irrisorio que ronda los 15 euros por persona y noche. Esta ganga se justifica porque a este alojamiento tienes que ir bien equipado y llevarte todo, incluidas toallas y ropa de cama. Una pequeña molestia que se ve recompensada con las vistas al mar inmenso y azul que rodea las islas y el cielo estrellado que las cubre en las tranquilas noches de verano.
Otras opciones, las únicas en realidad, para dormir en Berlenga Grande es el camping gestionado por Turismo de Peniche y el Berlenga Bed&Breakfast cuyos dueños cuentan también con un pequeño restaurante en el barrio de pescadores. Si preferimos dormir fuera de la isla, entonces podemos quedarnos en cualquiera de las casas rurales disponibles en Peniche.
Otros planes en las Islas Berlengas
Si te quedas con ganas de más, que sepas que en las Islas Berlengas -en la Berlenga Grande- hay alguna otra cosa que hacer. La principal es caminar por las dos rutas senderistas que cruzan la isla. La principal es la Ruta Berlenga, con una longitud lineal de unos 3 kilómetros y que conduce por los imprescindibles de la isla hasta el fuerte. La otra, la Ruta Isla Velha, muy breve, con sólo 1 kilómetro, pero muy interesante porque permite acercarse a la zona botánica de la isla y practicar la observación ornitológica.
No dejes de hacer una excursión por las cuevas y grutas marinas de Berlengas, te sorprenderán sus acantilados y las curiosas formas de sus rocas como la Piedra del elefante. También es posible hacer submarinismo, esnórquel y otras actividades como kayak que se recomienda reservar desde Peniche.
Así son las Islas Berlengas. Un paraíso inesperado, de los que pocos quedan, que nos regala imágenes bellísimas y experiencias únicas. Con Peniche y su larga playa surfista a dos pasos, próxima a la capital lisboeta y a un tiro de piedra de España. Ahí queda eso.
Emma Sexto