Magazine Destacados Necroturismo en Galicia: 6 cementerios y una romería para una escapada diferente

Necroturismo en Galicia: 6 cementerios y una romería para una escapada diferente

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Ruinas de Santa Mariña de Dozo
Ruinas de Santa Mariña de Dozo. Por Diego Delso 

Hay muchas cosas que hacen especial a Galicia: su paisaje, su gastronomía, el carácter de su gente y… su estrecha relación con la muerte. Parece extraño y para algunas personas quizás suene peyorativo, pero no lo es. En su cultura tradicional aparecen muchas figuras y rituales relacionados con el fin de la vida terrenal –la Santa Compaña o la celebración del Samaín, la noche del 31 de octubre–que se aceptan como algo natural y sobre todo, como una seña de identidad.

Ese vínculo con lo no corpóreo ha hecho que el necroturismo haya posado su mirada en esa tierra bañada por el Atlántico. Para quienes no conozcan el concepto: se trata de una forma de viajar guiada por el interés que ofrecen los cementerios. Tanto por la gente que reposa en sus tumbas como por la arquitectura o la decoración de sus lápidas. En Galicia hay muchos que recorrer, algunos de los cuales tienen fama internacional y han sido recogidos en la Ruta europea de la Asociación de Cementerios Singulares (ASCE).

Ruinas de Santa Mariña de Dozo (Cambados)

Santa Mariña de Dozo
Por Lmbuga

Los restos de iglesia parroquial de Santa Mariña en Pontevedra, construida en el siglo XII por Lope Sánchez de Ulloa, se declararon en 1943 Monumento Nacional. Se encuentra en las estribaciones del monte A Pastora.

El templo, que partió de una capilla románica del siglo XII y después se amplió en el siglo XV, presenta motivos del románico pero también del estilo gótico marinero y renacentista. De él quedan cuatro arcos románicos, la sacristía y cinco capillas laterales. 

En el siglo XIX dejó de utilizarse como parroquia y su función pasó a ser únicamente la de cementerio. Allí está enterrado el hijo de Ramón María del Valle Inclán y Josefina Blanco, que murió siendo aún bebé.

Cementerio de San Francisco (Ourense)

El que tenga su propia Asociación de amigos, de la que fue presidente de honor el escritor José Ángel Valente, da una idea de su importancia en la idiosincrasia ourensana. Dicha entidad consiguió que en el año 2000 fuese declarado Bien de Interés Cultural y que en 2015 entrase en las recomendaciones de la ASCE.

El cementerio está relacionado con el convento de San Francisco, ya que en el siglo XIX los monjes cedieron un terreno a las faldas de Montealegre para enterrar a los muertos fuera del núcleo urbano. Se inauguró en 1834 como camposanto y en 1887 se construyó al lado un cementerio laico.

En su interior están enterrados grandes nombres de la cultura gallega como Marcelo Macías, Prego de Oliver, Jesús Soria, Blanco Amor o Lamas Carvajal. Entre sus esculturas más admiradas están las del ángel pensativo, obra de Victorio Macho; el relieve de la piedad de Aniceto Justo o el ángel de la la fundición Malingre. La entrada principal recibe al visitante con la frase “El término de la vida, aquí lo veis; el destino del alma, según obréis».

El cementerio inglés (Camariñas)

El origen de este cementerio de A Coruña fue puramente práctico y derivado de una situación dramática. En el año 1890, el buque acorazado inglés Serpent naufragó en el punto más difíciles de la Costa da Morte, entre punta de O Boi y punta A Cagada. Murieron 172 tripulantes y se salvaron tres.

En el momento del accidente, el cura de Xaviña llamó a los vecinos para enterrar a los fallecidos y el cementerio adoptó así su nombre actual. En él también descansan 28 miembros de la tripulación del barco británico The Iris Hull. 

Después del naufragio, en 1986, se terminó de construir el nuevo faro de Vilán. Mide 25 metros de altura y fue el primero de España en funcionar con luz eléctrica. Actualmente, en su interior se encuentra el Centro de Análisis de Naufragios y Faros y se puede visitar su interior.

Cementerio de San Froilán (Lugo)

Es más joven que los anteriores y su arquitectura se enmarca en el racionalismo gallego (es obra de uno de sus grandes representantes, Eloy Maquieira) pero en él conviven una gran cantidad de estilos. En parte se debe a que muchos de sus monumentos funerarios residían antes en el antiguo cementerio municipal.

Uno de los principales atractivos que presenta para los aficionados al necroturismo es el Panteón de García Abad, de estilo neogótico del siglo XIX. Firmado por Cobreros en 1888, es una reproducción de la arquitectura funeraria que se puede encontrar en el cementerio de Burdeos. Ganó el segundo puesto en el concurso de cementerios de España que organiza la revista Adiós.

También destacan la Cruz a los repatriados, en honor a los soldados españoles de la guerra de Cuba y las figuras de ángeles repartidas por todo el recinto. En 1998 se realizó una ampliación a la que se le ha dado un aire de mayor modernidad. Al igual que los tres mencionados anteriormente, también aparece en la ruta recomendada de la ASCE.

Cementerio de Portela (Fisterra)

Obra de César Portela, se terminó de construir en el año 2000 y fue finalista del prestigioso premio de arquitectura Mies van der Rohe en 2003. Está compuesto por cubos de granito con capacidad para 12 nichos cada uno, que miran hacia el mar y se reparten por una ladera del Monte del Cabo.

Aunque recibe miles de visitas al año, el cementerio nunca se ha usado como tal y los espacios para los féretros están vacíos. En 2018 volvió a ganar popularidad gracias a la serie de Netflix Altered Carbon.

Cementerio de Goiriz (Vilalba)

Su origen data del siglo XVI y es una clara muestra del estilo neogótico. Llama la atención por las cruces, algunas celtas, que sobresalen por encima de los muros que lo rodean. 

Las construcciones están hechas con piedras procedentes de Pedreiras de Rozadas y las tallas fueron realizadas por los canteros de la zona. En 2019 se amplió y las nuevas construcciones se diseñaron siguiendo el estilo que caracteriza a las antiguas, recubriendo los nichos con granito.

Más allá de la arquitectura

La lista de cementerios dignos de visitar en Galicia puede hacerse mucho más larga, pero con la temática de necroturismo es necesario hacer una parada en As Neves (Pontevedra). Allí se celebra una tradición más que peculiar: la romería de Santa Marta de Ribarteme.

Cada 29 de julio (excepto en este 2020 debido a la crisis del coronavirus) se lleva a cabo la procesión de cadaleitos. Después de la misa en honor de la patrona, tocan las campanas y comienza una procesión en la que las personas que quieren hacer alguna promesa a la Santa –suelen estar relacionadas con problemas de salud o peticiones de protección– se meten en ataúdes abiertos para que les transporten.

Los penitentes que no quieren tumbarse en el féretro, se cubren con una tela de gasa blanca y portan una vela mientras caminan detrás de la imagen de Santa Marta. Los asistentes a la procesión cantan “Virxe Santa Marta, estrela do Norte, traemos-che os que viron a morte” («Virgen Santa Marta, estrella del norte, te traemos los que vieron la muerte»). Y después del ritual, se vuelve de nuevo a festejar la vida con pulpo, vino y alegría. Al fin y al cabo, es una romería de verano.

Necroturismo: arte, emociones e historia en nuestros cementerios

Visitar los cementerios ha pasado de ser un momento triste y necesario a una nueva actividad cultural. Las rutas turísticas por los camposantos españoles pretenden dar a conocer su rico patrimonio histórico.

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1 comentario

Valentina 17 de julio de 2020 - 21:34

Y para comprenderlos mejor, La voz de los muertos, un libro de arte funerario (escrito por una gallega) está genial.

https://www.amazon.es/voz-los-muertos-olvidados-cementerios/dp/8416968926

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