Paisajes de leyenda: las huellas de la mitología en España

Escrito por
22.01.2025
|
12min. de lectura
Paraje de Aguas Tuertas, en el valle de Hecho (Pirineos oscenses). Por Tolo.
Índice
- Los Pirineos, el Aneto y la leyenda de su formación
- Las Médulas y cómo llegó hasta allí todo ese oro
- El lago de Carucedo, las lágrimas de las ninfas y la espada de Roldán
- El salto de Roldán, un paisaje de leyenda en la sierra de Guara
- Los mallos de Riglos, el escondite de la Giganta
- El Puig Campana y una dolorosa leyenda romántica
- Deifontes, la fuente de los dioses de los montes granadinos
- El Monte Pindo, tierra gallega de leyenda
- El Salto de la Reina Mora, en Siurana de Prades
- Los bufones asturianos o la leyenda de los lamentos del cuélebre
- Los campos de lavanda teñidos por lágrimas de hada

El ser humano suele dejar huella allá donde va. Generalmente, las personas transformamos el paisaje con nuestro afán por construir, adaptar, modificar… y destruir. Pero no somos los únicos que modelamos la naturaleza: también lo hacen los dioses, los héroes y los personajes legendarios. Así que hemos recopilado esta serie de paisajes de leyenda de la geografía española.
Estos paisajes mitológicos son lugares muy especiales, siempre espectaculares. Resultan tan curiosos y genuinos, en ocasiones inverosímiles, que los humanos hemos tenido que recurrir a antiguas leyendas para explicar cómo se formaron. ¿Nos acompañas y te los enseñamos?
Los Pirineos, el Aneto y la leyenda de su formación

Cuenta la leyenda que, antes de formarse los Pirineos, una inmensa llanura separaba la península del resto del continente. En ese valle habitaba, junto a otros seres mitológicos, la ninfa Pyrene. El gigante Gerión quiso conquistarla pero, al no ser correspondido, incendió el valle, matando así a Pyrene. Ella amaba a Hércules, el héroe griego, quien al enterarse de lo sucedido acudió en su rescate, pero llegó demasiado tarde. Hércules decidió entonces, piedra a piedra, construir un mausoleo gigante para Pyrene: la cordillera de los Pirineos.
Tras la muerte de la ninfa, el valle se cubrió de nieve, el agua empezó a correr por los ríos y todo se tiñó de verde. Cientos de personas comenzaron a poblar los Pirineos, entre ellos el despiadado gigante Netú. Este, con una flecha como arma, mató a Atland, un descendiente de los antiguos atlantes. Los dioses respondieron lanzando un rayo al gigante, que cayó desplomado y fue sepultado por miles de rocas en lo que hoy es el monte Aneto, el punto más alto de la cordillera (3.404 metros).
Las Médulas y cómo llegó hasta allí todo ese oro

Las Médulas, en León, es un paraje espectacular. Una antigua mina de oro modelada por los romanos, mediante un sistema de canales de agua que hacían aflorar el preciado material. Pero, ¿cómo llegó todo ese oro hasta allí?
Dice la leyenda que el general romano Carisio se enamoró de Borenia, la hija del rey astur Medulio, quien gobernaba el lugar. Al conocer las intenciones del romano, Medulio decidió esconder a su hija en una cueva. Pero Carisio la encontró y la engañó para que correspondiese su amor. Entretanto, Medulio celebraba junto a un tejo la victoria en una batalla cuando un rayo lo atravesó, matándolo y convirtiendo sus tesoros en pepitas de oro que quedaron esparcidas por el valle. Ante la muerte de Medulio, los romanos masacraron a sus tropas, tiñendo de rojo las montañas.
El lago de Carucedo, las lágrimas de las ninfas y la espada de Roldán

Muy cerca de Las Médulas se encuentra el lago de Carucedo. Existen varias versiones de la leyenda sobre la formación de este lago. Una de ellas dice que surgió de las lágrimas de Beronia, la hija del rey Medulio, después de darse cuenta del engaño de su amado Carisio y de la masacre que había sufrido su pueblo.
Otra versión atribuye las lágrimas con las que se llenó el lago a la ninfa Carissia, deprimida al ver que su amor por el general Carisio no era correspondido. Desde entonces, en la Noche de San Juan esta ninfa se aparece al borde del lago peinando sus cabellos dorados.
También se dice que en el fondo del lago de Carucedo descansa Durandarte, la legendaria espada del caballero Roldán. Según la leyenda, el paladín arrojó su arma al fondo del lago antes de morir para evitar que cayera en manos enemigas, ya que la espada incluía valiosas reliquias. Otras versiones sitúan a Durandarte en el fondo de otro lago cercano: el de Sumido. Es por eso que el agua de estos lagos emite intensos reflejos.
El salto de Roldán, un paisaje de leyenda en la sierra de Guara

Uno de los enclaves paisajísticos más afamados de la Hoya de Huesca es el Salto de Roldán. Se trata de dos enormes moles de roca, llamadas San Miguel y Amán, separadas por un desfiladero por el que discurre el río Flumen. Este paraje es una de las entradas al Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, uno de los impresionantes espacios naturales de Aragón.
Cuenta la leyenda que el caballero Roldán, tras una incursión fallida a la ciudad musulmana de Salduie (Zaragoza), huía de vuelta a Francia a lomos de su caballo. Acosado por los sarracenos, al llegar a este paraje espoleó a su montura y atravesó el abismo de un salto. Se dice que todavía son visibles las marcas que dejaron las herraduras del animal en una de las rocas.
Los mallos de Riglos, el escondite de la Giganta

En el Reino de los Mallos, otro espectacular enclave natural del prepirineo oscense, se cuenta una leyenda que explica cómo surgieron esas inmensas moles rocosas que adornan su horizonte. Vivía en una aldea de la zona una misteriosa anciana, que era hilandera y tenía también fama de bruja. Tal era su tamaño que atemorizaba a las gentes del lugar, quienes la apodaban la Giganta de Riglos.
Cansada del rechazo de sus vecinos, la Giganta hizo aparecer unas enormes rocas con sus poderes brujeriles. Las clavó junto al río Gállego para poder esconderse tras ellas, y desde entonces nadie la ha vuelto a ver. Solo se aparece durante la Noche de San Juan, apoya un pie sobre Peñarrueba de Murillo y otro sobre Riglos, y se inclina sobre el río para remojar el lino con el que teje sus hilos.
El Puig Campana y una dolorosa leyenda romántica

El Puig Campana es un imponente monte situado en la provincia de Alicante, muy cerca de Benidorm. Una cumbre mítica para los habitantes del lugar que tiene un curioso tajo en su cima. Dicen que allí vivía un gigante llamado Roldán junto a su joven y bella enamorada Alda. Eran felices y dormían cada día bajo las estrellas. Pero un día, estando Roldán de regreso a su cabaña, se encontró con una misteriosa figura, la cual le avisó de que su compañera moriría ese mismo día al caer el último rayo de sol.
El gigante amenazó al sol, pero este continuó orgulloso su camino hacia el ocaso. Cuando Roldán llegó a la cabaña vio que, efectivamente, Alda apuraba sus últimos momentos de vida. El sol estaba a punto de ponerse tras la montaña, así que el gigante, furioso, le dio un puntapié y abrió un inmenso tajo por el que continuó poniéndose el sol, consiguiendo unos minutos más de vida para su amada. El pedazo de roca que salió disparado tras la patada del gigante cayó al mar, convirtiéndose en la isla de Benidorm.
Deifontes, la fuente de los dioses de los montes granadinos

A las afueras del pueblo granadino de Deifontes se ubica un paraje natural de gran belleza llamado El Nacimiento, que guarda una bonita leyenda. Se trata de un manantial de aguas cristalinas donde nace el río Cubillas. Se cuenta que en época romana vivía por allí un legionario jubilado llamado Lucio, cuyo caballo Volucer era el mejor de la región. Tanta fama tenía el equipo, que el cónsul romano quiso comprárselo.
Ante la negativa de Lucio, que tenía un gran aprecio al animal, el cónsul mandó una cuadrilla de mercenarios para quitarle el caballo. Lucio logró acabar con ellos, pero Volucer quedó malherido tras la batalla. El caballo se acercó al manantial para tumbarse a esperar la muerte, pero entonces apareció la figura de un viejo de barba blanca. Era Fontus, el dios de las fuentes, quien le dijo que si Volucer se bañaba en el manantial, tal como hacía cuando era un potrillo, sus heridas sanarían. Así ocurrió y Lucio, en agradecimiento, construyó un pequeño templo de cuatro columnas en el lugar (todavía se pueden apreciar sus restos), que desde entonces se llamó Fuentes del Dios (Deifontes).
El Monte Pindo, tierra gallega de leyenda

Galicia es tierra de leyendas, supersticiones y meigas. “Haberlas, haylas”, ya sabemos. Así que no podía faltar un enclave gallego en este misterioso artículo. En esta ocasión nos vamos hasta el Monte Pindo, en la Costa da Morte, muy cerca del mar y de la famosa cascada de Ézaro. Los habitantes del lugar se refieren a este monte como el Olimpo celta o el Monte Sagrado.
La cumbre del Monte Pindo está plagada de unas curiosas formaciones rocosas, dispuestas de forma vertical como si fueran personas. Se cuenta que son los espíritus de druidas y héroes celtas, que tomaron forma pétrea para permanecer en el lugar para toda la eternidad. En el lugar también se encuentran una serie de pías o cazoletas en la roca. Se dice que después de las grandes lluvias, las pías quedan rellenas con agua bendecida por los dioses con propiedades mágicas.
El Salto de la Reina Mora, en Siurana de Prades

En el precioso pueblo de Siurana de Prades, en el Priorat tarraconense, hay un imponente acantilado que encierra una trágica historia. En época en que los musulmanes habitaban el lugar, la hija del valí de Siurana, llamada Abdelazia, trataba de defender su reino de la invasión cristiana. Pero, al verse acorralada, subió a su caballo y prefirió saltar al abismo antes de verse capturada.
Cuenta la leyenda que el equino intentó frenar en el último instante, pero el impulso que llevaba era tan fuerte que no pudo evitar la caída. En su desesperado intento, el caballo dejó marcas de herradura en la roca al borde del precipicio, que todavía son visibles hoy en día.
Los bufones asturianos o la leyenda de los lamentos del cuélebre

El cuélebre es un famoso personaje de la mitología asturiana, leonesa y cántabra. Tiene forma de serpiente alada y aterroriza desde tiempos inmemoriales a los habitantes de esta zona del norte de España.
Cuenta la leyenda que, en una ocasión, el cuélebre se enamoró de una doncella asturiana y se transformó en apuesto mozo para intentar seducirla. La doncella se percató del engaño y, aterrorizada, pidió ayuda al apóstol Santiago, quien derrotó a la bestia y la arrojó al mar. Desde entonces, cuando el mar se enfurece, el cuélebre se lamenta de su desgracia lanzando sus lamentos y bramidos a través de los bufones de la costa asturiana, como los de Llanes o Pría.
Los campos de lavanda teñidos por lágrimas de hada

En España hay varias zonas en las que se cultiva la lavanda, que entre los meses de julio y agosto nos deja impresionantes imágenes de campos violáceos tras su floración. Algunos de los más famosos son los de Brihuega (Guadalajara), San Felices (Soria) u Olite (Navarra). Como tantas otras veces, hay una leyenda que explica el maravilloso color que toman los campos de lavanda en esta época del año.
En esta ocasión, la leyenda proviene de Francia, de la zona de la Provenza. Se dice que al hada Lavándula le gustaba viajar admirando la belleza del mundo. Pero al llegar a la Provenza, encontró un paisaje tan árido y secó que comenzó a llorar. Sus lágrimas impregnaron de magia el terreno y, cuando levantó la vista, encontró un paisaje muy diferente, plagado de bellas flores moradas. Desde entonces, ayudada por otras hadas, se dedicó a propagar la lavanda por todos los lugares del mundo. Entre ellos, España. ¡Gracias, Lavándula!
Miguel Perez
Me encanta el fútbol, leer, viajar, descubrir nuevos destinos y contártelos
Etiquetas
Si te ha gustado, compártelo